Otro de los grandes males que nos aqueja como país es la muerte de inocentes en nuestras carreteras a causa de conductores negligentes.

Son muchos los casos que nos han impactado y los que aún no se han resuelto. Entre los más recientes se encuentra el de las hermanas Esther y Eunice Vázquez (quien tenía seis meses de embarazo) y lamentablemente perdieron la vida a causa de un conductor en estado de embriaguez.

Tres vidas inocentes arrebatadas por un conductor que no estaba en su sano juicio.

Y así también nos ha consternado el caso de los jóvenes de Mayagüez. El accidente ocurrió el jueves frente a una de las entradas del Recinto Universitario de Mayagüez, donde estudiaban tres de los jóvenes que viajaban en el vehículo, cuando José Enrique Martínez Rivera, de 21 años y quien conducía un Mustang del 2023, perdió el control del vehículo y se estrelló contra un poste. Otra tragedia para nuestro país.

Las muertes causadas por conductores negligentes en Puerto Rico son un tema crítico que ha suscitado preocupación tanto entre las autoridades, como entre la población en general.

La negligencia al volante puede incluir comportamientos como el exceso de velocidad, conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas, el uso del teléfono móvil mientras se conduce, y la falta de atención a las normas de tráfico. Y, tristemente, terminando en tragedias.

Estadísticas de años anteriores han indicado que una proporción significativa de los accidentes de tráfico fatales está relacionada con la conducta imprudente de los conductores.

Por ejemplo, el uso inadecuado del cinturón de seguridad y el incumplimiento de las señales de tránsito contribuyen a un número alarmante de lesiones y muertes. Son muchos los que ocasionan accidentes por ir en contra del tránsito y sobre todo por violar la ley.

En respuesta a esta problemática, se han implementado diversas campañas de educación y prevención, así como medidas más estrictas en cuanto a la legislación sobre la conducción. Sin embargo, la efectividad de estas iniciativas puede variar, y el cambio cultural en la forma en que los conductores perciben la seguridad vial es un proceso que requiere tiempo, y más aún compromiso por parte de todos los ciudadanos que habitamos en esta tierra.

Un dato que podría alarmarnos y que las autoridades correspondientes deben tener presente es que cerca del 40% de las fatalidades en accidentes de tránsito involucran a conductores con niveles altos de alcohol en la sangre.

De estos casos, el 69% excede el límite legal de .08%. Y muchos de estos casos no reciben la atención que supone y las medidas punitivas contra los responsables en ocasiones son mínimas.

Se presentó una medida de ley para hacer ajustes a las ya existentes y tomar cartas en el asunto. Lamentablemente, la medida no obtuvo el respaldo legislativo necesario, pero, la ACAA sigue aplicando estrictamente las disposiciones de exclusión y recobro contenidas en la Ley 111-2020.

“Según la normativa vigente, los conductores ebrios involucrados en accidentes deben cubrir los costos de los servicios médico-hospitalarios recibidos, además de enfrentar gravámenes sobre sus vehículos y licencias de conducir”.

La responsabilidad ciudadana es deber de todos. No queremos que muera ni una persona más inocente por culpa de aquellos que no cumplen la ley. Queremos paz y seguridad en nuestras calles por el bien de todos.