¿Por qué otra más? Es la pregunta que viene a mi mente cada vez que asesinan a una de nuestras hermanas mujeres.

La más reciente víctima es el caso de la joven de 22 años, Vannesa Lynmar Martínez García, estudiante de leyes.

La alumna de la Universidad Católica en Ponce fue asesinada por su pareja, Rubén Banchs, de 36 años, sumando a 23 las muertes por violencia de género en lo que va de año.

El cadáver de la joven fue encontrado en la bañera del apartamento y presentaba tres impactos de bala en diferentes partes del cuerpo, mientras que el de Pagán Banchs se hallaba en la puerta que daba entrada a ese baño y presentaba un impacto.

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Tal parece que, cobardemente, se suicidó. Una vez más estamos ante un caso de una mujer que muere en manos de su pareja tras una aparente discusión. ¿Por qué otra más?

¿Cuándo acabará este mal que tanto nos aqueja? ¿Cuántas campañas más tenemos que hacer para crear conciencia? ¿Cómo es posible que la tolerancia cada vez sea menos? Continuamos en un estado de emergencia, eso no puede negarlo nadie. Nos siguen matando por el simple hecho de ser mujeres.

Definamos una vez más qué es la violencia de género, porque al parecer es un concepto que hay que repasar una y otra vez. La violencia de género se refiere a cualquier acto de violencia basado en el género que resulta en daño físico, sexual o psicológico. A menudo, se manifiesta en relaciones íntimas, pero también puede ocurrir en el ámbito familiar, laboral y social.

Este tipo de violencia afecta desproporcionadamente a las mujeres y niñas, aunque también pueden ser víctimas hombres y personas de diversas identidades de género.

Las causas de la violencia de género son complejas e incluyen factores culturales, sociales y económicos. Es fundamental abordar este problema a través de la educación, la concienciación y el fortalecimiento de las leyes y políticas que protegen a las víctimas y promueven la igualdad de género. Me parece que todavía nos queda mucho camino por recorrer.

La violencia de género tiene un impacto significativo en la salud mental de las personas afectadas, que puede manifestarse de diversas maneras, como trastornos emocionales, pueden experimentar depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos emocionales.

Estos trastornos pueden surgir como consecuencia de experiencias traumáticas y del estrés constante relacionado con la violencia.

La violencia de género a menudo implica humillación y control, lo que puede llevar a una disminución en la autoestima y la autovaloración de la víctima. Por lo que, definitivamente, afecta la autoestima de las sobrevivientes.

Las víctimas pueden sentirse solas y aisladas, lo que puede agravar su estado mental. El aislamiento puede ser tanto una consecuencia de la violencia como una táctica utilizada por el agresor.

Entonces, la experiencia de violencia puede dificultar la capacidad de la víctima para establecer y mantener relaciones saludables, generando desconfianza y miedo hacia los demás. Incluso esto llega a caer en conductas autodestructivas, como el abuso de sustancias o autolesiones, como una forma de hacer frente al dolor emocional.

La salud mental y física están interrelacionadas. La violencia de género puede provocar problemas de salud física que, a su vez, afectan la salud mental.

Es crucial que las víctimas de violencia de género reciban apoyo psicológico y emocional, así como acceso a recursos que les permitan sanar y recuperarse. Igual es importante la participación ciudadana activa en todas las campañas de educación que se crean para erradicar este mal.

Esta vez fue la joven Vanessa, no queremos ni una más.

Nuestro más sentido pésame a su familia y consuelo a las familias de las víctimas que cada vez reviven la historia de las suyas cuando matan a una de las nuestras.