No siempre debemos decir todo lo que pensamos. A veces, antes de pasar juicios, debemos conocer las historias de las personas. Y vamos, que hay unos días en los que uno tiene más tolerancia que otros. Y esto lo digo porque quienes viven en el mundo de las redes sociales se sienten con el derecho de decir todo lo que piensen, sin medir las consecuencias.

No sé si les ha pasado, que usted pone una publicación y aparecen mil expertos en la materia que demuestra su “post”. De repente, salen a relucir médicos, consejeros, “coaches” de vida, chefs, maestros, fashionistas, nutricionistas, entre otros. ¡Y dicen una sarta de disparates!

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Pues, resulta que el domingo, mientras navegaba en las redes buscando resultados de las Olimpiadas e información sobre las elecciones en Venezuela, me encuentro con el comentario de una señora en un “post” que mi esposo me dedicó. El comentario decía lo siguiente: “es bonita, pero debe bajar de paso (debió haber dicho peso) está aumentando mucho los últimos meses por su salud”.

Esta señora no tiene idea del porqué de las cosas ni por todo lo que he estado pasando.

Entonces, hay momentos en los que comentarios como estos no me provocan NADA, pero hay otros en los que me provocan TODO. Porque uno no siempre tiene la misma capacidad de aguante. Hay unos días que las palabras nos resbalan y otros días nos duelen, o nos resuenan diferente.

¡Qué mala costumbre la de estar criticándolo todo!

Y ahí rápido vinieron a mi mente nuestros atletas, quienes con mucho sacrificio han hecho de tripas corazones para representarnos dignamente. Sin embargo, son atacados vilmente cuando no consiguen los resultados esperados. No falla que una vez pierden, empieza todo el mundo a señalarles. Ataques de todos los expertos en deportes, entrenadores frustrados y los irreverentes nacionales.

Una vez leí una publicación de nuestro pelotero Yadier Molina, quien hacía una invitación al gobierno a invertir más en los deportes y en nuestros atletas. ¡Cuánta razón tienen sus palabras!

Señores, antes de opinar pregúntese si lo que usted va a escribir es relevante o aporta algo en quien le leerá. Y vamos, que a lo mejor ni siquiera viene cargado de mala intención, pero usted no sabe qué batallas está enfrentando quien está en el post.

Debemos tener cuidado del tipo de comentarios que le hacemos al otro, y sobre todo a las figuras públicas, personalidades, atletas, etc., porque nosotros hemos decidido compartir nuestras vidas con ustedes, pero nuestras familias no. Al final del día, quienes más sufren ese tipo de comentarios son ellos, que en su afán de protegernos no saben cómo reaccionar. Y muchas veces salen en nuestra defensa.

Escribo estas líneas con el único fin de crear conciencia, porque si entre nosotros no nos apoyamos, la solidaridad masiva que hace falta entre los seres humanos nunca será posible. Antes de escribirle a alguien o comentarle algo a una persona (sea mujer u hombre) analicemos si nuestro comentario construye o destruye. ¿Qué aportación hace en la vida del otro lo que estoy diciendo? No olvidemos que lo que criticamos del otro es un reflejo de lo que nos criticamos a nosotros mismos.

Como dice mi amiga Yizette Cifredo: “somos espejos”. Creo en la crítica constructiva. No me malinterpreten. Pero, seamos agentes de cambio en el marco del respeto.

Que este puño sirva de reflexión para aquellos que tienen la mala costumbre de vivir la vida criticándolo todo. Antes de señalar o condenar a alguien, pregúntese: ¿soy capaz de hacer lo que ellos hacen?

Dediquémonos a pensar antes de reaccionar, cuestionémonos si lo que escribo en las redes, sería capaz de decirlo en persona. Piense cómo usted se sentiría si se lo dijeran a usted o a uno de los suyos.