El martes pasado amanecimos con la noticia que la licenciada Griselle Morales, esposa del candidato a la gobernación por la Alianza, Juan Dalmau, había sufrido una hemorragia cerebral (subaracnoidea) aguda.

Fue hospitalizada de emergencia, lo que llevó a Dalmau a poner en pausa su campaña política. Ese día se suponía que fuera el debate en TeleOnce, pero como era de esperarse, todo el mundo entendió prudente que se pospusiera el mismo, y que bueno que así lo hicieron.

Tras este triste suceso, una vez más quedó probada la solidaridad de nuestra gente. Se demostró que el amor nos une más allá de cualquier insignia política.

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Todos los candidatos a la gobernación clamaron públicamente a Dios y mostraron su solidaridad hacia la familia Dalmau Morales, como símbolo de su don de gente. De igual manera, así lo hicieron muchos otros políticos de todos los partidos, figuras del entretenimiento, del deporte y, por supuesto, el pueblo.

No queda duda que el puertorriqueño tiene un gran corazón.

En 2012, Gabo -hijo mayor de Juan y Griselle- sufrió un cáncer, del cual ya gracias a Dios está sano y toda nuestra gente lo arropó con la oración. Esta familia a pesar de su sufrimiento, no estuvo sola, pues todo un país le acompañó y en esta ocasión no es la excepción. Todo un país ha hecho una alianza en pro de decretar sanación para la licenciada Morales. Y no tengo duda que Dios escucha a este pueblo.

Con este lamentable e inesperado suceso, queda demostrado que la vida es efímera y que más allá de colores, lo que siempre importa es la familia. Aquí hemos visto cómo una familia completa necesita de nuestra gente y, sobre todo, de Dios para que Él ponga su mano sanadora y le devuelva la salud a Griselle, le dé la fortaleza y la esperanza a Juan y a sus hijos de que ella está sana en su nombre.

Entonces, es aquí donde hago una reflexión profunda y analizo lo grande que somos como país. Cada vez que algún país sufre una desgracia, los puertorriqueños somos los primeros que corremos a socorrerlos. Cuando nuestra gente nos necesita, ahí estamos siempre. La bondad del corazón del boricua es infinita y eso no es ningún secreto. Ahora, ojalá y podamos utilizar ese espíritu solidario durante estos días antes de las elecciones. Que el respeto y el amor por nuestra patria sean el motor que nos mueva.

Atrás deben quedar las campañas de odio y las faltas de respeto a las cuales estamos acostumbrados por parte de los partidos políticos. Los dimes y diretes deben ser cosa del pasado, y el estandarte debe ser el amor patrio.

Quedan pocos días para elegir el futuro de nuestro país y el fanatismo político no nos debe cegar. Hemos visto como casi todos los candidatos han sido atacados de “x” o “y” manera. En algunos casos incluso, han involucrado a familiares, familiares fallecidos y todo en nombre de la “victoria”. Parecería ser que en la política se vale to, pero no debería ser así.

Vimos como primero César Vázquez atacó a Jenniffer González con lo más preciado que tiene; sus hijos. Luego William Villafañe atacó a Pablo José Hernández con su abuelo el exgobernador de Puerto Rico, Rafael Hernández Colón (QEPD), y creo que con lo que le ha sucedido a Dalmau, la familia es intocable. Porque ¿qué afán tiene la gente de llevarse enredado a todo el círculo familiar de los políticos, figuras públicas y etc? Familia, NO, la familia siempre es sagrada.

Confío en Dios y la Virgen que Griselle esté sana. Que pronto estará junto a su familia sirviéndole al país que tanto ama. También confío que nuestro pueblo será sensato y que la lucidez y la calma reinarán en estos días que restan antes de las elecciones.

Que el espíritu de solidaridad que usualmente nos invade como puertorriqueños, ilumine el camino de aquí al 5 de noviembre.

Abrazo a toda la familia Dalmau Morales.