¿Por qué habré dicho sí? Esa fue la pregunta inmediata que me formulé al salir de la oficina del vicepresidente de Programación de Wapa Televisión, Jimmy Arteaga, tras proponerme participar en la segunda temporada de Súper Chef Celebrities.

Le advertí a él, como les confieso a ustedes, que no soy ducho en la materia. Claroooo, de vez en cuando hago mis aguajes culinarios y mi familia alega que cocino bueno. Pienso que no es cierto. Lo hacen para que cocine de manera frecuente y ellos se puedan librar de tal tarea.

En muchas ocasiones digo que tengo un arte para hacer “cornflakes con leche”, que ni el Chef Piñeiro se me para al “lao”. Pero lejos de la broma, no es que sea un dotado en la materia.

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La vida se trata de salir de tu zona de confort. Experimentar y, sobre todo, atreverse a hacer cosas distintas. A ello nunca le digo que no.

En resumidas cuentas, fue por eso que acepté. Sin embargo, al llegar a mi casa esa tarde y ver la cocina, me entró canillera. ¡Coño!, no es lo mismo cocinar en la privacidad con música de fondo e hidratándome con algún vinito, que cocinar delante de la cámara. ¡Pero si tú en la cocina eres un regón! Fue la primera expresión de mi esposa al soltar su singular carcajada.

La premisa denunciaba uno de los grandes retos a los que tendría que enfrentarme.

El que me conoce sabe que el desorden forma parte de mí y, en cámara, no creo se vea bonito. Desde ya me da la “perse”, pero tampoco me molestan los vacilones. Si fuera por esto, jamás me habría subido a un teatro. Escenario que también es de respetar. Sin embargo, Tita Guerrero, Uka Green y Julio Núñez apostaron a mí para tal tarea. Pero en tiempos de redes sociales y de chismorreo, estoy seguro que seré figura prominente.

Les admito que me ha entrado un poco de ansiedad. Enfrentarme a la explicación inicial de todo lo que conlleva el programa y la cocina “profesional”, ha abonado a mi estado nervioso. Les cuento, que hasta insomnio me dio.

Me explicaron los diferentes cuchillos, utensilios y que, prácticamente, prepararemos todo al momento. Incluso, hasta salsas. ¡Caramba, tan fácil que es abrir un pote!, me dije a mis adentros.

También explicaron lo de las tablas. ¡Ajá! Tengo hasta seis tablas para picar distintos productos. ¡Pero si yo en casa solo uso una! “¡Muchachoooo!!!, puedes hasta envenenar a uno de los tuyos con esa mala práctica” me dijo sin sonrojarse el propio Piñeiro mientras explicaba el porqué de las tablas y la contaminación cruzada.

Así que más que una competencia es una responsabilidad.

Voy con la mentalidad de divertirme. De aprender. Sobre todo, en no ser el primero en eliminarme, aunque las probabilidades pueden ser altas. Voy armado de sentido del humor, pero también con el enfoque de hacerlo bien, pues sé que del ridículo no hay regreso.

Este programa me alegra. Es uno de corte familiar. Todos en casa se pueden sentar y apostar que le saldrá una que otra carcajada. Solo espero que no me dejen solo. Sean pacientes y envíenme todas las vibras positivas que puedan.

Pronto los acompañaré con un poquito de sal y de pimienta.