No sería de extrañar que el debate pautado para este jueves, y que representa la última gran parada de esta recta final electoral 2024, quede finalmente cancelada.

El panorama descrito por el neurólogo a cargo de la conferencia del pasado lunes, sobre la salud de la licenciada Griselle Morales, esposa del candidato a la gobernación por la llamada Alianza, Juan Dalmau, pavimentaba lo que ocurrió el martes y lo que podría repetirse mañana.

Dalmau tiene ante sí un panorama complicado que justifica la cancelación de estos compromisos. Estos días, no tan solo son cruciales, sino que podrían inclinar la balanza entre la vida y la muerte de su compañera de vida.

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Meramente insinuar, como escuché de algunos, que se utilizó la conferencia con fin político, representa una gran mezquindad. Se necesita ser más que soberbio para insistir en debatir en medio de esta situación.

Juan tiene que estar centrado en lo importante. ¡Su familia! Sus propuestas están publicadas. Ha acudido a bastantes foros, entrevistas y conferencias de prensa. Así que la información está ahí para quien quiera buscarla.

Ciertamente, es positivo, el tener a todos los candidatos de frente, juntos, que expongan sus ideas y que, gracias a las preguntas de los colegas, se puedan marcar contrastes. Eso lo podemos estipular.

Pero vamos, amigo lector, tampoco es que estemos huérfanos de este ejercicio. El pasado 2 de octubre se efectuó uno ante las cámaras de televisión y la atención de la Isla.

En una columna anterior llamé la atención a lo tarde que se acordaron las fechas de estos encuentros. Salvo el primer debate de los candidatos a la alcaldía de San Juan, que se efectuó en los últimos días de septiembre, el resto quedó relegado a octubre.

¿A quién podría impactar de manera negativa el que no se efectúe ese último encuentro? Los entendidos en la materia apuntan a Jesús Manuel Ortiz (PPD). El líder popular necesitaba ese espacio para afianzar su imagen. Le corre la urgencia de quitarse de encima la percepción de que podría llegar tercero. Además, una buena demostración podría energizar a sus huestes y evitar la potencial sangría de votos a ambos lados de la balanza.

Aunque las aguas han bajado dramáticamente en términos del ataque mediático, ya se sembró la semilla de una polarización. Eso motiva a unos a detener una alianza separatista y a otros, buscar un cambio de rumbo.

En el medio está el Partido Popular Democrático. Está sin dinero para echar el resto en estos 13 días y sin un mensaje claro. Les queda una base fuerte que ha permitido mantener 41 alcaldías bajo su emblema. Gracias a ello, no han caído del todo.

Una derrota representaría haber perdido cuatro de las últimas cinco elecciones. Su pobre fiscalización, un liderato diezmado y sin acceso a esferas de poder, marcan el camino de un franco deterioro. Esto ya es más que evidente en la zona metropolitana.

Solo resta esperar.

Las urnas hablarán y anunciarán sí, en efecto, la isla se encamina a tiempos interesantes.