Este pasado fin de semana deja dos incidentes que levantan una gran bandera de alarma. Nos encontramos a las puertas del próximo ciclo electoral y la ciudadanía espera de los medios de comunicación el mayor rigor a la hora de compartir informaciones.

La Convención del Partido Nuevo Progresista produjo dos informaciones falsas. Fueron acciones mal intencionadas, sembradas en las redes sociales.

La primera surgió el sábado, cuando circuló una supuesta carta del hotel que albergó la convención, pidiendo excusas a los huéspedes y denunciando, a la misma vez, una serie de actos inapropiados. Se proyectaba en la comunicación que los asistentes habían convertido el evento en un “pasto party”, donde habían dado rienda suelta al desorden.

La comunicación falsificó el emblema del hotel y se escribió en inglés por aquello de darle carácter de mayor formalidad. De inmediato, fue lanzada a ese ciberespacio infinito de la comunidad internauta y cobró vida propia.

Lamentablemente, algunos colegas, tomaron la misiva, la dieron por válida y la replicaron.

Entretanto, el domingo surgió otro evento con una fotografía. En esa ocasión, se identificaba a un supuesto cantante, quien llegó con una camisa que leía “Dios es PNP” a una de las actividades de la Palma.

Las mismas redes volvieron a ejercer la función de diseminar el supuesto acto de soberbia e improperio.

Ambos casos resultaron ser “fake news”.

En el primer incidente, la carta se puede apreciar que no tenía firma. Si se hubiese reportado un acto de “malandrería” de tal nivel, alguien la habría firmado como, efectivamente, ocurrió en una segunda carta, que sirvió para desmentir la comunicación falsa.

En el segundo evento, fue el propio artista que tenía la camisa en la fotografía quien desmintió que se presentara en la actividad del PNP.

Eduardo Alegría, nombre del joven, explicó que la foto fue tomada en un evento satírico del año 2022 con su banda Alegría Rampante.

En ambos casos falló algo básico, que es columna vertebral de nuestra profesión. Hablo de la CORROBORACIÓN.

En el primer incidente, bastaba con comunicarse con la gerencia del hotel y, en la segunda, con verificar el calendario de actividades de la convención o pedirle explicaciones al Secretario General del PNP, quien tiene a cargo el evento.

Es menester estar ojo avizor. No todo lo que circula en las redes es bueno y debemos estar claros que este juego de la información cambió. Ya no se trata de quién lo dijo primero, sino de quién es más certero o veraz a la hora de informar.

Nuestra credibilidad es el mayor baluarte y no debemos estar en la disposición de rentarlo tan barato.

Con la llegada de las redes sociales, y su amplia gama de plataformas, creció la euforia de que ahora los medios tradicionales tendrían problemas. Se levantó de manera falsa la ilusión de un control de información. Si algo no le gustaba a algún sector en particular, cómo comúnmente suele ocurrir, rápido disparan el argumento de que se tienen agendas.

Así comenzó la campaña mediática para demonizar. Todo lo malo era culpa de esa agenda periodística, que no quería entender las vicisitudes de los pobrecitos políticos.

Reclamaban que esas redes traerían la democratización de la información. Brincaron, saltaron y “chuparon la quenepa” mientras empujaban su propia agenda. Desde su óptica, ellos son los buenos y esa prensa tradicional son los “chicos malos”.

Ahora nos llaman la “prensa corporativa”. Sin embargo, esa prensa lleva años de buen servicio, compromiso social, denuncia ciudadana y fiscalización. Guerra abierta a la corrupción y voz del que menos tiene. Así ha sido y así será.

Eso es lo que se tiene que seguir haciendo. Ese es el camino y el derrotero. Vuelvo insistir en el rigor periodístico. Disciplina y sagacidad a la hora de evaluar todo lo que nos llega y todo lo que se vea.

Defendamos el prestigio ganado, gracias a la longevidad de nuestros medios y de los buenos periodistas que ejercen esta profesión. El ruido debe quedar atrás.

Así que, tengamos cuidado, pues ciertamente “resbala mojado”. Ya algunos se escocotaron el pasado fin de semana con dos pescaítos.