Perdone mi enojo Por las páginas de Primera Hora, muchos ciudadanos se enteraron el pasado lunes que el ex alcalde de Trujillo Alto, José Luis Cruz Cruz, había salido a la libre comunidad.

Cruz terminó cumpliendo un año con dos meses y medio en cárcel, a pesar de haber recibido una condena de dos años por corrupción gubernamental.

La diferencia de tiempo cumplido al tiempo sentenciado está motivado por la práctica de bonificaciones, cual impera tanto a nivel local como a nivel federal. A mí me “hierve” la sangre leer cómo estos ladrones de cuello blanco se benefician de este privilegio aliviando su carga tras haber participado en casos de corrupción pública. En las pasadas décadas, una larga lista de políticos se han tumbado miles largos.

Cruz Cruz, por ejemplo, participó del esquema de corrupción que tenía como eje al empresario Oscar Santamaría.

En las declaraciones vertidas en sala, el ex alcalde fue promotor al llevar a Santamaría a otros políticos. Así que resulta difícil de tragar que se le haya impuesto una sentencia tan liviana de cárcel y que, para colmo de males, terminara cumpliendo mucho menos.

Otro mal ejemplo lo es Félix “el Cano” Delgado, quien solo recibió un año como premio por haber tirado al medio a todos los demás. Esta cooperación la hacen a conveniencia, para salvar el pellejo de largas penas y no por estar verdaderamente arrepentidos.

“El Cano” es un vivo ejemplo. Se pavoneó por Cataño y áreas limítrofes alardeando de su “buen” estatus social. Bebiendo más “que Cachaco en la tiendita de Don Pancho” y asociándose con personas de dudosa reputación.

Pero regresemos a Cruz Cruz, que es el caso denunciado por la prensa.

El ahora ex convicto tiene bajo sus hombros otra pena de dos años de libertad supervisada que la pasará en la comodidad de su casa, viviendo tan cotidianamente como usted y como yo.

¡Carajo! Estamos hablando de uno de varios políticos, rojos y azules, que participaron de un esquema de sobornos y recompensas a cambio de contratos con compañías de pavimentación y recogido de basura, utilizando fondos federales. Fondos que estaban destinados a servicios y que terminaron embolsillándose.

A mí me parece un mal chiste todo esto. Creo que es momento de que esos legisladores y aspirantes que hoy se ofertan ante los electores, ejerzan un compromiso de enmendar la ley.

A nivel local, al menos, pues a nivel federal no podemos. La enmienda estaría dirigida a que no apliquen bonificaciones o rebajas a sentencias de políticos y funcionarios públicos, que hayan sido sentenciados por crímenes relacionados a la corrupción pública. Incluso, ampliaría las penas para estos casos e impondría unas mínimas más altas en caso de cooperación.

¡Basta de premios! ¡Basta de pasar la mano! Cruz Cruz, al igual que María Milagros Charbonier, se presentaban como “santurrones”. Promulgando una religiosidad que no estaba en su corazón, pero sí en su lengua. Al final del camino resultaron ser unos rateros, defraudando a miles de electores que depositaron su confianza en ellos.

También terminaron mancillando la reputación de sus apellidos, sin importarle un bledo sus hijos, nietos, yernos y nueras. Hasta que no impongamos una mano más fuerte a la hora de aplicar penas, jamás saldremos del lapachero de estos políticos de tercera.