Mientras Ernesto acaricia parte de la isla con sus vientos y lluvias, aprovechemos el momento para reflexionar sobre algo importante. Hablo sobre el tema de Educación.

La semana pasada salieron unos datos dignos de espanto y lo peor: fueron más los que no se alarmaron que los que se indignaron. El hecho de que un 27.5% de nuestros estudiantes de escuela pública hayan fracasado o sacado una D en, al menos, una materia, es digno de apretar el botón de alarma. Hablamos de 66,364 jóvenes y, de estos, 8,727 simplemente NO pasaron de grado. De esos “colgaos”, el 41% eran de escuela elemental, que es la base educativa en la cual cimentamos la educación intermedia y superior.

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En cuanto a los que fracasaron en clases particulares, encontramos que las matemáticas, el español e inglés fueron las materias en las que no hubo dominio.

Este rezago es más que preocupante, pues representan lagunas profundas que no permiten un desarrollo adecuado de nuestros jóvenes, potenciando la deserción escolar o que se rindan de aspirar a un grado a nivel superior.

Llevo 34 años de profesión y siempre se habla de la insatisfacción con la que los gobiernos de turno atienden el dilema. Todos entran con un “libro” de recetas, pero no se logra cocinar avance alguno. Se cacarean reformas que no cuajan o alternativas superficiales como las que ya se asoman en la contienda política. Al final, nada pasa. Se prometen eliminar plazas de ayudantes especiales solo para propiciar el espejismo de que salen del interior del Departamento a disfrutar de contratos a través de compañías o corporaciones que se crean a la medida de la necesidad planteada.

La educación especial es otro desastre. A mí siempre me ha estado raro el alto número de estudiantes que son agrupados bajo esta clasificación. Una cosa es contar con estudiantes que presenten retos educativos y otra es hablar de estudiantes con problemas congénitos o de otra índole. No quiero pensar que se acomodan todos bajo el mismo sombrero con el mero interés de buscar fondos federales. Es hora de pensar fuera de la caja.

Es hora de buscar otras estrategias que los meros cambios cosméticos realizados en la agencia. Es hora que usted como ciudadano exija más a esta dependencia que ha sido utilizada por unos y por otros, como una “ATH” político partidista. No sé si la tan mencionada y empujada descentralización a nivel federal es la solución. Lo que sé es que es hora de involucramos más. No todo se lo podemos dejar al gobierno.

Como sociedad, cargamos también con la F que muchos de nuestros estudiantes obtuvieron. Algo nos grita en el silencio. ¡Actuemos!