El pasado domingo, el gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi, fue arrollado electoralmente por la comisionada residente Jenniffer González. Gracias al atraso del mal llamado voto adelantado, el público pudo apreciar cómo los electores votaron ese domingo. Lo hicieron 6 a 4. El gobernador ganó solamente unos seis municipios y en otros, apenas logró ventaja de menos de 100 votos.

Jenniffer barrió esa noche. Lo hizo contra todo pronóstico. El gobernador tenía la estructura. Contaba, además, con el apoyo mayoritario de los alcaldes, así como de los presidentes municipales de aquellos pueblos donde no controla alcaldías. El apoyo de, prácticamente, la totalidad de los legisladores. Incluso, de muchos de los aspirantes a la Casa de la Leyes. Nunca antes se habían utilizado a los jefes de agencia para caerle encima a una candidata como ocurrió en esta primaria.

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Pierluisi tuvo un bolsillo saludable de $5 millones en su cuenta y otros $3 millones que gastó antes de la veda electoral, usando el slogan de “haciendo que las cosas pasen”.

Jenniffer aguantó el intenso bombardeo de anuncios negativos que le llovieron a través de la radio, televisión, redes sociales y hasta billboards.

Como si fuera poco, Pierluisi contó con el apoyo de todos los analistas estadistas que pululan en la radio. Todos los días había una avalancha de bimbazos mediáticos desde sus programas. Lo hacían sin esconderse y hasta usando figuras simpáticas como monitos.

Para ponerle la cherry al bizcocho, Pierluisi utilizó el aparato del partido para promover el voto adelantado a su favor. Salieron encuestas con aura de infalibilidad en las que se destacaba su alta clasificación internacional y hasta precisión a la hora de cantar ganadores, como Milei en la Argentina. En las mismas se pronosticaban amplia ventaja para el incumbente. La que publicó El Nuevo Día, fue “vilipendiada” por los analistas que atacaban su credibilidad, pues en todo momento nadaron contra la corriente al dar a González Colón como la ganadora.

Cualquier mortal hubiese sucumbido de manera aparatosa ante todo esto. Definitivamente, la comisionada midió bien el terreno y no se equivocó al hacer su diagnóstico con el anuncio de la Caterpillar, destacando que Puerto Rico andaba por mal camino.

Jenniffer logró la victoria con el apoyo de 6 alcaldes, 2 legisladores y 4 asesores. Estos fueron Ángel Cintrón, Francisco Domenech, Aníbal Vega Borges y Oriol Campos, quienes dieron cara en todo momento. La victoria contundente de González con miles de “tapaítos” le permite un gran poder en sus manos. No le debe favores a nadie, pues mayoritariamente estuvieron con su contrincante. Ello le permitirá establecer sus reglas de juego y espacio para empujar su visión.

¿Por qué ocurrió esta debacle para el gobernador? Simple. Se encerró en la burbuja de Fortaleza. Esa que es alimentada por la enajenación servida al oído por asesores. Pero eso será conversación para otra columna, conjuntamente con el reto que conlleva gobernar los próximos 7 meses.