Cuando el calendario ya nos pone a poco menos de cuatro meses para el día de encontrarnos en las urnas, notamos cómo la temperatura del verano boricua nos regala el “calentón de la cocina”.

Una entrevista que realizó la querida Carmen Jovet a la licenciada Alexandra Lúgaro, provocó un fuego más ardiente que los que emiten los dragones de la famosa serie de HBO “House of Dragons”.

La excandidata a la gobernación de Movimiento Victoria Ciudadana, realizó un certero diagnóstico a la organización que ayudó a fundar.

Decía Lúgaro en su análisis que la colectividad se “dejó marcar por la oposición como un movimiento de izquierda”. Las palabras de la veterana de dos elecciones fueron tan candentes que le echaron sal a una herida abierta.

Lúgaro sabe lo que dice. Identifica el problema, uno que puede minar el avance de la alianza por el sendero del éxito. La facción más radical de la colectividad es la que lleva la voz cantante. Los miembros más moderados o de derecha, ya no están o han sido relegados a candidaturas secundarias.

Los partidos tradicionales, Partido Popular Democrático (PPD) y Partido Nuevo Progresista (PNP), ya no tienen el brillo de antaño. Están debilitados, sobre todo el Partido Popular. Sin embargo, aún tienen suficientes electores para mantenerse en las primeras posiciones. Sobre todo, si enfrentan una competencia fragmentada.

La llamada “Alianza de país” prometía ser esa fuerza. Por ello, los partidos tradicionales le tiraron con todos “los hierros y sin miseria”, como decía el viejo personaje de la televisión. Los llevaron a los tribunales y les despojaron de las candidaturas legislativas, valiéndose de las artimañas que están en la ley electoral y que, por torpeza, no siguieron.

Ante la ausencia de Lúgaro, su candidata más taquillera, apostaron a Juan Dalmau. Buena movida, pero arriesgada, ya que con ella, Movimiento Victoria Ciudadana perderá su inscripción como partido.

Juan se ha proyectado moderado, ha establecido que no es anticapitalista. Acudió a la convención de MIDA y a la de la Cámara de Comercio. Habló de alternativas que no asustan a ese sector.

También deja establecido que no es un antiamericano e, incluso, está dispuesto a mantener una relación con el norte y que eso no riñe con su ideal independentista. Juan es de un hablar que lanza puentes e invita al diálogo. Esa es la forma de entablar una alianza.

Pero no basta con tener éxito en una sola candidatura. Juan necesita tropas. Esas tropas han tomado un discurso más antisonante. Pareciera que la facción del Partido del Pueblo Trabajador es la que manda ahora en Victoria Ciudadana, institución que asumió posturas de los tiempos de la guerra fría.

Aquí no cabe el discurso de ¡patria o muerte, venceremos! Esa es la tierra fértil para el discurso de miedo que siempre han usado con éxito los rojos y los azules.

A esto, es que se refería la señora Lúgaro. Sabe que los novoprogresistas y populares son hábiles en tales destrezas. Sabe que muchos conciudadanos valoran la relación con Estados Unidos. Es por ello, que se alarma ante el hecho de que los “Victoriosos”, voluntariamente, hayan tirado la alfombra para caer redonditos en su estrategia.

Los cambios se producen moviendo las fichas de manera inteligente. Las viejas estrategias y viejos proyectos deben quedar atrás para crear una nueva fórmula que invite al elector a ser parte de ese cambio. No jugar de esa manera, es mantener lo que está. Tomen de ejemplo Francia, donde los egos y posturas quedaron a un lado para formular una verdadera alianza.

Lúgaro olfatea qué sucederá. Ganará nuevamente los que están en el poder. Lanzó una advertencia que no fue bien recibida. Lo hizo sin interés alguno.

En 114 días sabremos la suerte de todos los bandos en las urnas. Están a tiempo de calibrar mensaje y proyección. La pregunta es: ¿lo harán? ¡Ya veremos!