En estos días, ha tomado cierto revuelo la propuesta del Movimiento Victoria Ciudadana para auscultar la posibilidad de lograr una alianza política electoral. Algunos simpatizantes de ese movimiento plantean el desgaste acelerado del PNP y PPD a raíz de los paupérrimos números logrados en las urnas y que muy bien podrían aprovecharse.

Asimismo, argumentan que poblaciones desafectas de electores más jóvenes se movieron a brindar un apoyo al PIP y al MVC, logrando números que permitieron la elección de candidatos e, incluso, la permanencia de la franquicia electoral de ambos. En esa dirección, abrigan la esperanza de un junte entre Juan Dalmau y Manuel Natal, para así lograr una alianza que permita enfrentar a los partidos tradicionales.

La idea plantea muchos retos. Primero: desde el año 2009 existe una prohibición en la ley electoral que no permite coalición alguna entre partidos. Segundo: ni el PIP ni el MVC tienen un control legislativo que permita introducir una enmienda en esa dirección. Tercero: el gobernador vetaría cualquier proyecto de ley que contenga esa posibilidad.

Con todas esas puertas cerradas, el MVC ausculta la vía de los tribunales e impugnar en ellos, su constitucionalidad de asociación. El propio Juan Dalmau admitió en mi programa radial que, a nivel estatal, veía la cuesta empinada. Explicó que la mayoría de los jueces del Supremo solían proteger lo que ya está establecido en la ley electoral y que se alinearían a los postulados filosóficos de las colectividades, que los habían sentado allí.

La otra puerta a ser auscultada es la viabilidad de un caso a nivel federal y ver si un tribunal de ese foro logra inmiscuirse en este asunto. Será interesante aguardar el posible análisis jurídico que se haga y por dónde podrían agarrar la sartén los abogados del MVC para entrarle al asunto.

El tema de las coaliciones no es nuevo en Puerto Rico. De hecho, estamos a las puertas de cumplir un siglo desde que se gestó la primera de ellas. El panorama político de ese entonces guarda mucho parecido al actual. Los partidos principales estaban en franco deterioro. La muerte de Luis Muñoz Rivera en el 1916, de José de Diego en 1918 y de José Celso Barbosa en el 1921, había dejado un vacío de poder.

Ante ello, el Partido Unión y el Republicano, que eran los viejos partidos de Muñoz, de Diego y Barbosa, se unieron bajo el nombre de la Alianza Puertorriqueña para así enfrentar en las urnas al Partido Socialista de don Santiago Iglesias Pantín. Aunque tuvo éxito electoral en el 1924, para el 1928 apenas pudieron superar a los socialistas. Entrada ya la década del 30, la alianza se disuelve por discrepancias entre sus líderes. Ya Antonio R. Barceló era un líder fuerte y los Republicanos hacían lo propio con Martínez Nadal y Miguel Ángel García Méndez.

Distintas coaliciones se darían en los 30 y los años 40. El propio Muñoz Marín las combatió y las llamó: la “mogolla”. Lo cierto es que esas alianzas formaban parte de un sistema para crear una facción fuerte, dentro de un sistema bipartidista como el nuestro.

Veremos con interés qué ocurre en el 2024. ¿Seguirá el deterioro del PNP y el PPD? ¿Quedará herido de muerte el Partido Popular como algunos señalan? ¿Podrá Juan Dalmau seguir con su imán electoral? ¿Manuel Natal será igual de atractivo en las urnas que Alexandra Lúgaro? Preguntas interesantes para conversar en los próximos meses.

“Veremos con interés qué ocurre en el 2024. ¿Seguirá el deterioro del PNP y el PPD? ¿Podrá Juan Dalmau seguir con su imán electoral? ¿Manuel Natal será igual de atractivo en las urnas que Alexandra Lúgaro? Preguntas interesantes...”