En los pasados tres meses, las autoridades han levantado más casquillos de bala en las distintas escenas de crimen en Puerto Rico, que en todo el año 2023. La alarmante cifra fue ofrecida por la directora del Instituto de Ciencias Forenses, María Conte Miller.

El tema surgió en medio del anuncio en cuanto a que el Instituto tendrá un Centro de Inteligencia Criminal de Armas de Fuego. Dicho centro se encargará, de ahora en adelante, de registrar todos los casquillos que se levanten de una escena para que formen parte de una base de datos. Este adelantará el análisis pericial de las investigaciones policiacas.

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La cifra debe ser una de alarma general. Confirma lo que ya sabemos. Somos un país violento, arropado por una lucrativa industria de narcotráfico que está acabando con una población joven.

Mientras las autoridades locales y federales siguen usando las mismas herramientas que datan de los años 70, nuestra isla continúa atrapada en esas arenas movedizas. No estamos solos. Nuestros conciudadanos del norte están igual o peor que nosotros.

Estados Unidos es el principal consumidor de drogas del mundo. Mientras exista demanda seguirá la oferta.

El problema ya forma parte de una cultura. Aquí, tanto como allá, existe un culto al “maleanteo”. Ese flow que hipnotiza y provoca que muchos sucumban a la vida fácil.

En estos días, me alarmé con unos videos que circulan en las redes sociales de distintas actividades del Baloncesto Superior Nacional. En uno pude observar a jóvenes fanáticos de Carolina con unos inflables que forman una ametralladora en sus manos. Los jóvenes agitaban los inflables al ritmo de la vieja canción de reguetón “Sácala”.

Aquí no existe margen para la imaginación. La canción es una alegoría a las armas de fuego, que estas se usen y exhiban. Ya la pasada temporada, el lema carolinense de “El calentón” molestó a muchos, incluyendo al alcalde, quien pidió que no se usara.

Los pedidos cayeron en oídos sordos, al igual que el pedido del propio ex Father (Héctor Delgado), de que no utilizaran su canción en los “tiempos pedidos” del juego, así como en su intermedio.

Hablando de intermedio. Telemundo, canal oficial del BSN, se tuvo que llevar su señal del aire en el Juego de Estrellas cuando un cantante urbano interpretó una melodía con tantas alusiones sexuales, violentas y malas palabras que hacía imposible el taparlo con el famoso “beep”.

A esos juegos van familias completas. Acuden niños y jovencitos que pueden interpretar que todo eso es “cool”. De esa manera normalizamos algo que debería provocar todo lo contrario.

Estamos claros que muchos de estos artistas urbanos meten su dinero en esos equipos deportivos, pero deberían tener una responsabilidad social mayor. El deporte siempre ha sido un instrumento útil para entretener y alejar a muchos de las calles.

Esos artistas pueden llevar su música. Mi recomendación sería que la modifiquen un poco. No todo el que acude a una cancha lo hace para escuchar ese tipo de música o ver un alardeo de maleanteo en las gradas. Lo hacen para seguir a los equipos de tradición de nuestra liga.

Estos ejemplos solo demuestran que nos queda mucho trabajo por delante. El tiempo dirá si lo logramos o no.