Las lluvias del pasado sábado que arroparon la zona este del país, destaparon viejos problemas. Situaciones que fueron mal atendidas o, simplemente, se ignoraron.

Uno de ellos, la nefasta carrera PR-30, que conecta Humacao con Caguas. Está vía de rodaje necesita cariño con carácter urgente. Hablo de que se tiene que repensar completa. Se tiene que dejar a un lado el financiar proyectos que se convierten, al final del camino, en meros parchos. Podemos concentrarnos en el flujo extraordinario de vehículos, que de por sí es un reto.

Esos carriles ya no son suficientes y muchos quedan atrapados en tapones interminables. Fuera de esas horas de ataponamiento, la PR-30 es cuna de un tráfico pesado que reta la paciencia. En cuanto al pavimento, tenemos zonas chéveres y otras que parecen que el camión de asfalto nunca se detuvo.

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Eso también es un reto para a quienes les importa la durabilidad del vehículo que manejan, sobre todo en esta era, en cual los precios se han disparado. Las lluvias del pasado sábado pasaron de frecuente a torrencial.

Este servidor quedó atrapado entre los aguaceros al tratar de acudir a un compromiso ineludible. La marcha se redujo a unas 25 millas y éramos muchos los que estuvimos en ese peregrinar. La fuerte lluvia impedía la visibilidad y la carretera 30 cuenta con largos tramos de oscuridad. Las luminarias en muchas áreas no funcionan. En otras son inexistentes. ¡Fenómeno!

Si los burócratas de Minillas piensan que esos tramos no deben contar con luminarias, o sustituir las que están fundidas, en donde ya existen, es porque cuentan con buen encintado u otras herramientas. ¿Pues sabe qué? ¡Nacarile del Oriente!

Ese encintado que divide los carriles debe ser realizado con alguna pintura que ilumine el trayecto. Si en su defecto esa pintura no cumpliera con ese requisito existen unos “faroles” que se adhieren a la vía y que se conoce como “ojo de gato” que cumple igual función.

¡Pues ni lo uno, ni lo otro! Esos brazos amigos al conductor no existen, poniéndolos a sortear su suerte mientras manejan bajo el reto climático. La carretera es tan poco eficaz que en muchos de esos largos tramos, tampoco cuentan con un paseo lo suficientemente cómodo para que usted se detenga en una emergencia. Si utiliza lo que existe, es mejor ponerse a rezar, pues los carros pasan tan cerca que se despeina con el viento que genera su movimiento.

Ojalá que la nueva administración del Departamento de Transportación y Obras Publicas se ponga a repensar esta importante vía. La que se va no pudo con ese muerto, así como muchos otros.

Un ejemplo de ello es la carretera PR-10. Prometieron poner la primera piedra de los trabajos de los puentes que conectarían Adjuntas con Utuado. Cacarearon que eso ocurriría, como tarde, en el mes de septiembre.

El calendario marca el 20 de noviembre y nunca ocurrió.

En esto, como en muchas cosas, la obra no se vio. Después se preguntan; ¿por qué perdieron?