La ecuación es sencilla. Tres contra uno, funciona en la lucha libre, en la Ultimate Fighting Championship, mejor conocida como UFC -por sus siglas en inglés- o incluso, en una pelea callejera.

Sin embargo, en la política no es así. El pasado proceso electoral lo demostró.

En unas elecciones históricas, el Partido Nuevo Progresista ganó por primera vez una elección que los llevará a gobernar por tercer cuatrienio consecutivo. Ello solo lo había logrado el Partido Popular Democrático (PPD) bajo la hegemonía de Luis Muñoz Marín.

La oposición a la Palma diluyó sus fuerzas entre Juan Dalmau y Jesús Manuel Ortiz, quien a pesar de arribar tercero se llevó más de 200 mil votos.

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Panoramas parecidos tuvimos en los procesos electorales del 2016 y del 2020. Desde el principio, el escenario lucía complicado. Nos guste o no, el sistema electoral puertorriqueño está diseñado para que se enfrenten dos fuerzas de tú a tú.

El pensar que podemos convivir con tres fuerzas y que cada una de ellas tendrá igual oportunidad de triunfo puede resultar en una quimera. Existe mucho trabajo por delante para el PPD y el Partido Independentista Puertorriqueño.

El primero tiene la urgente necesidad de reorganizarse. Deben repensar su filosofía. Actualizar eso que llaman Estado Libre Asociado y lo que significa.

Su estatus está maltrecho al extremo que su candidato a la gobernación, Jesús Manuel, no pudo explicar, en el único debate efectuado, lo que es o como se mejorará.

Con cuatro derrotas en las últimas cinco contiendas, el PPD luce golpeado. Están roncando con el hecho de que cuentan con más de 40 alcaldías, pero esto no le ha servido de nada.

Con ese dominio municipal, han perdido las contiendas por dirigir el país. Incluso, los alcaldes no pudieron llevar a la candidatura más importante al presidente de la Asociación que los agrupa. Sus últimas esperanzas están depositadas en el comisionado residente electo, Pablo José Hernández Rivera, joven en edad, pero ideológicamente hablando se encuentra en el 1952.

El amigo Juan Dalmau Ramírez hizo una gran labor por la Alianza entre el PIP y Movimiento Victoria Ciudadana (MVC). Celebran su segundo lugar.

Resulta histórico, pues Juan superó el 19% de los votos obtenidos por el que era, hasta esta elección, el dirigente pipiolo que más lejos había llegado. Hablamos de Fernando Milán, quien terminó segundo detrás de Muñoz Marín en la elección de 1952.

El ideal de Juan le jugó una mala pasada. La isla sigue siendo mayoritariamente anti-independentista. Además, le resultó difícil divorciarse de la acusación de amistad a los gobiernos de Cuba y Venezuela.

En Puerto Rico, el fantasma del miedo sigue siendo súper eficiente. Además, en nuestra isla conviven suficientes ciudadanos cubanos y venezolanos que nos recuerdan las barbaridades que realizan esos gobiernos.

No quiero pensar que pesó más el mantener el apoyo que esos regímenes dan en la ONU en la resolución que se aprueba anualmente sobre Puerto Rico. Total, llevamos años aprobando esa resolución sin ningún resultado.

A Juan le queda el reto de redefinir la Alianza y el rol que tendrán los integrantes de MVC que lo sacrificaron todo al tratar de conquistar la silla de la alcaldía de San Juan.

Queda tiempo por delante. Sin embargo, podemos establecer que pasa demasiado rápido. Eso sí. La reflexión más importante para estos sectores es que tengan claro que en política no funciona el tres contra uno. La máxima romanana era ‘¡divide y vencerás!’. El PNP lo ha aplicado al dedillo y ya vemos el resultado.

Si esta oposición no aprende, tendremos el mismo resultado en el 2028. Apunte el dato y guarde esta columna.