Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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¿Cómo te llamas de nombre? Así, redundante y con un característico acento porteño, preguntaba el payaso Pinito a los niños en los inicios de la televisión en Puerto Rico. La mayoría de las respuestas era olvidable, porque los niños de entonces solían llamarse Juan, Pedro, Manuel, María, Carmen, Teresa...
Si Pinito estuviera hoy día en la tele e hiciera la misma pregunta, seguramente escucharía nombres impronunciables, porque a los padres y a las madres de las generaciones más recientes les ha dado la manía de ponerles nombres difíciles, complicados, algunos impublicables, a los niños de ahora.
Por eso es de admirar la propuesta de un juez electoral dominicano de que se prohiba por ley a los progenitores darle nombres "despectivos, extravagantes o vulgares", así como nombres "que sean de difícil pronunciación", a su descendencia.
Y es que en el registro demográfico dominicano aparecen nombres de no creerse: Winston Churchill de la Cruz, Ernesto Che Pérez, Bruce Lee Antonio Félix, Elton John Herrera, por aquello de honrar algunos personajes; Toshiba Fidelina Gómez, Mazda Altagracia Ramírez, por las marcas japonesas, y Bobona Guerrero de los Santos, Seno Jiménez, Teamo Amador y Querida Piña por el lado de las ridiculeces extremas. También los hay groseros, pero esos son de los que ya les comenté que son impublicables.
En Puerto Rico, los padres y las madres van por otro lado: les ponen a sus hijos nombres compuestos y complicadísimos, muchas veces en inglés. No les voy a dar ejemplos porque a lo mejor algunos de ustedes han cometido ya ese pecado, o son víctimas de alguno de esos nombres y aprendieron a decir cómo se llamaban cuando estaban en la escuela superior.
En la República Dominicana ya le salieron opositores al proyecto del juez José Ángel Aquino (claro, como el tiene un nombre tan normalito). La jueza Aura Celeste Fernández (¿se dieron cuenta? Aura Celeste...) se opone porque dice que eso es meterse con el derecho de los padres a ponerles el nombre que les dé la gana a sus hijos.
Pues, lo cierto es que aquí algún legislador (propongo a los de nombres en inglés como Kimmey Raschke, Jenniffer González, Liza Fernández y Eder Ortiz) debería imitar al juez Aquino y presentar una medida para limitar el derecho de los padres a fastidiarles la vida a sus hijos con nombrecitos raros.
¿Qué hay de malo en llamarle José, Luis, Rafael y hasta Eusebio si se quiere a un hijo? Seguro que Popolón Rosario sería más feliz si se llamara Antonio.
Y usted, ¿cómo se llama?
La autora es periodista. Fue editora jefa de noticias en Primera Hora. Además, laboró durante más de dos décadas como directora del buró de la agencia de noticias United Press International en San Juan.
Hablemos claro