A la hora de sentarme a escribir esta reseña de Clash of the Titans, mis recuerdos de la película ya estaban medio borrosos. Sé que me gustó, o -mejor dicho-, me entretuvo, pero a tan sólo una semana de verla, su impresión en mí ya casi se había desvanecido.

Esto no es un problema de memoria -que le aseguro, es muy buena-, sino que el más reciente remake de un “clásico” ochentoso comparte muchas cosas con el filme original, uno que jamás formó parte del repertorio cinematográfico formativo de este servidor y, por lo tanto, no posee ningún  valor nostálgico.

Hecha esta salvedad, el nuevo filme del director Louis Leterrier (The Incredible Hulk) es prácticamente el mismo de 1981, con algunas pequeñas mejoras. Esta opinión seguramente variará de acuerdo a su apego sentimental a la cinta original, pero para alguien que vio ambas con una separación de dos meses, la reacción a las dos fue exactamente la misma: indiferencia, con pocos momentos de asombro.  

La trama se centra en “Perseo” -interpretado por Sam Worthington-, un joven pescador que descubre es un semi dios, hijo del poderoso Zeus con una mortal. La muerte de sus padres de crianza a manos de Hades, dios del inframundo, lo lleva a declararle abiertamente la guerra, pero los dioses del Olimpo tienen otros planes para la insolencia de los simples mortales.

La falta de devoción de los hombres y mujeres de la ciudad griega de Argos obliga a Zeus a tomar cuentas en el asunto: o sacrifican  la princesa “Andrómeda” en honor a los dioses, o Argos sentirá la furia del “Kraken”, un imponente monstruo bajo el control de Hades que, con todo el respeto que se merece el señor  Ray Harryhausen, es mucho más digno de llevar el título de “titán” que la inofensiva y risible criatura que él diseñó en 1981.

La mortal  amenaza a Argos -junto con la revelación de que “Perseo” es un semi dios-, lleva a sus guerreros a iniciar una expedición en busca de una manera de detener al “Kraken” sin tener que sacrificar a la princesa, travesía en la que “Peseo” deberá aceptar su vínculo con los dioses y en la que una docena de hombres se enfrentarán a una avalancha de efectos especiales.

Para los que sencillamente andan en busca de entretenimiento escapista, Clash of the Titans, al igual que hizo en 1981, no lo defraudará. Leterrier mantiene la acción fluyendo a un paso ágil y acelerado que no permite al espectador concentrarse en las obvias deficiencias de su historia, de la misma manera que impide que se consolide un lazo emocional entre el héroe y el espectador.

Las secuencias de acción van desde las aburridas y genéricas, como en la que los soldados pelean en contra de escorpiones gigantes, hasta las verdaderamente buenas, que en esta ocasión vuelve a ser la misma que en la cinta original: la batalla contra la letal Medusa.

Sin embargo, el guión -escrito increíblemente por tres personas- no nos invita a que el destino de Argos, “Andrómeda” o incluso “Perseo”, nos importe en realidad. En lugar de concentrarse en el desarrollo de los personajes, que es inexistente,  el trío de guionistas pierde el tiempo introduciendo innecesarias referencias a la película de 1981 (¿recuerdan a “Bubo”?) y forzando un ángulo  amoroso que nunca se siente creíble.

Por el contrario, vale destacar que el libreto sí consigue insertar mayor intriga al conflicto interno entre los dioses. Tanto Liam Neeson (Zeus) como Ralph Fiennes (Hades) entregan las dos únicas buenas actuaciones de la cinta, claramente conscientes del tipo de película en la que están apareciendo. En el rincón opuesto del espectro  se encuentra Worthington, quien deambula entre escena y escena sin mucho interés en lo que está ocurriendo a su alrededor. 

¿Es Clash of the Titans entretenida? Mmmmm… sí. ¿Memorable? Ni más ni menos que el filme original

¿Verás Clash of the Titans? De hacerlo, ¿la verás en 3D o 2D? ¿Eres fanático de la versión original de 1981?

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*Sintonicen este sábado el programa DE PELÍCULA, transmitido por el Canal 4, a las 4:00 p.m., en el cual estaré conversando con Juanma Fernández París sobre Clash of the Titans y nuestra preferencia entre esta nueva versión y la de 1981 (si leyeron mi reseña, ya saben mi opinión).