Lone Survivor
El relato verídico de un soldado se convierte en una oda a los Navy Seals bajo la dirección de Peter Berg.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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En junio de 2005, cuatro Navy Seals partieron de su base en Afganistán hacia la frontera paquistaní con el objetivo de capturar o matar a un notorio líder de al-Qaeda. Solo uno, Marcus Lutrell, sobrevivió la fatal misión que dejó el saldo de 19 soldados muertos, entre los que lo acompañaron y los que intentaron rescatarlo. Lutrell recontó sus vivencias acerca de la Operación Red Wings en su libro del 2007, Lone Survivor, que ahora es adaptado al cine por Peter Berg en una propuesta que exalta la valentía de los caídos tan apasionadamente como un vídeo de reclutamiento militar.
No es que la historia de Lutrell no sea digna de contarse cinematográficamente, sino que lo que muy bien puede ser un interesantísimo testimonio de primera mano –ideal para trabajarse en un documental- se transforma en una película que pasa de ser acerca del valor de un grupo específico de soldados, para convertirse en un tipo de propaganda acerca del heroísmo del cuerpo militar en general. Al menos así se siente cuando el director decide iniciar su filme con un montaje compuesto por imágenes reales del riguroso entrenamiento de los Seals.
Peor aun es el hecho de que sus cuatro personajes principales –interpretados por Mark Wahlberg, Ben Foster, Taylor Kitsch y Emile Hirsch-, no reciben mayor desarrollo que compartir los nombres con los cuatro soldados del escuadrón real. Pasamos muy poco tiempo con ellos antes de que sean enviados a la misión que se va por la borda cuando capturan a tres pastores aliados de al-Qaeda. La única percepción que obtenemos de la naturaleza de estos soldados proviene de la discusión que tienen para decidir si dejan a los pastores en libertad o los matan para que no alerten a los terroristas. El resto es más de una hora de tiros y explosiones.
Vista puramente como una cinta de acción, la dirección de los múltiples intercambios de fuego está muy bien realizada por Berg, quien toma situaciones de peligro real y las recrea como excitantes secuencias de acción bombásticamente puntualizadas por la música post-rock de la banda Explosions in the Sky, casi siempre acompañada por tiros de cámara lenta que abonan a la atmósfera de grandilocuencia militar.
Sí, los soldados arriesgan sus vidas y muchos de ellos merecen ser llamados “héroes”, pero Berg se mantiene en la superficie de por qué esta misión fue tan desastrosa y cobró tantas vidas. En su deseo por rendir tributo a los muertos, olvida indagar en por qué tuvieron que morir, algo que quizá no le correspondía a Lutrell en su libro, pero sí al cineasta en su adaptación. En lo que se refiere a dramas acerca de los costos de la guerra, como lo es la excepcional Zero Dark Thirty -con la que este estreno ha sido erradamente comparado-, First Blood posee mayor profundidad que Lone Survivor.