He perdido el contacto con el “anime”
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 18 años.
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No se si será que me estoy poniendo más exigente o si es que quizás la calidad de las series y películas de animación japonesa –popularmente conocidas como anime- ha declinado en los últimos años, pero se me está haciendo casi imposible hallar un nuevo exponente de ese medio que verdaderamente capture mi atención.
He sido fanático del anime durante mucho tiempo. Desde Mazinger Z y Akira en mi niñez hasta Neon Genesis Evangelion y Cowboy Bebop durante mi etapa adolescente, se podría decir que siempre estuve expuesto a ese tipo de animación aunque al principio no supiera que provenía del otro lado del mundo.
Recuerdo cuando no existían las enormes secciones de anime como las que hay ahora en la gran mayoría de las tiendas. A mediados de los 90, los pocos títulos en VHS que se podían encontrar cabían en media tablilla e incluían Wicked City, Vampire Hunter D, Appleseed, Ninja Scroll y –de vez en cuando- uno que otro volumen de Bubblegum Crisis.
Mi “fiebre” por el anime se acrecentó exponencialmente cuando trabajé por un poco más de tres años en la tienda Suncoast de Plaza Las Américas mientras cursaba mis estudios universitarios. Al estar encargado de la mercancía que llegaba semanalmente al establecimiento -y armado de un descuento de 30%- tuve la oportunidad de descubrir un inmensa variedad de series, tales como Rurouni Kenshin, Hajime no Ippo y FLCL., entre otras. También conocí el talento del maestro Hayao Miyazaki, creador de clásicos como Laputa: Castle in the Sky y Nausicaa of the Valley of the Wind.
Para ese entonces aún el mercado no estaba tan saturado de anime como lo está ahora. El canal de televisión Cartoon Network era el único que tenía un bloque dedicado a esos programas y pasaban series como Dragonball Z y Outlaw Star. Hoy día hay hasta un canal de cable dedicado a la constante transmisión de animación japonesa e inclusive los muñequitos hechos en Estados Unidos están intentando asemejarse al estilo nipón.
Precisamente creo que ahí es que está una de las fallas del anime actual: su masiva aceptación en Estados Unidos está provocando que se hagan más series, más rápido, pero de inferior calidad, por lo menos en el departamento de contenido. Visualmente hablando, la animación es fantástica pero carece de una buena historia que la complemente.
Por ejemplo, la serie más reciente que vi fue Afro Samurai del estudio Gonzo. Estéticamente, los episodios son formidables, con una animación bien fluida gracias a un presupuesto de $1 millón por cada capítulo de 25 minutos. Sin embargo, escuchen la trama: “Un samurai negro se encamina a vengar la muerte de su padre a manos del guerrero número uno del mundo”. Sí se obvia la particularidad de que el personaje principal –cuya voz fue provista por el actor Samuel L. Jackson- es de raza negra, la historia se ha hecho en múltiples ocasiones.
La última serie que me encantó –y la vi hace como diez meses- fue Ghost in the Shell: S.A.C. 2nd Gig. La misma empleó una magnífica animación con un excelente libreto que realmente me intrigó. Eso es todo lo que pido: una buena historia que estimule mi cerebro mientras los visuales se encargan de deslumbrar mis ojos. Si de casualidad conocen de alguna, por favor avísenme. Extraño uno de mis pasatiempos favoritos.