Nunca es fácil reseñar una película puertorriqueña. Si la criticas negativamente, te dicen que “no apoyas al cine local”, y si hablas maravillas de ella, te acusan de padecer del típico “ay, bendito” boricua y de darle un trato preferencial al filme por el solo hecho de ser una producción del patio. Es como si ninguno de los dos bandos pudiese considerar que una cinta hecha en casa fuese genuinamente mala o buena.

El largometraje puertorriqueño Elite, sin embargo, no gravita hacia ninguno de estos extremos. Se mantiene firmemente en el medio como un estreno promedio que simplemente aspira a ser un filme de acción como los que hemos visto en innumerables ocasiones en el pasado, hechos tanto en Hollywood como en muchas otras partes del mundo. En esencia, no hay nada que lo distinga, excepto que se filmó y se desarrolla en Puerto Rico.

La trama se adhiere al viejo y probado patrón de muchas películas de este género  en las que se selecciona a un grupo de expertos en diversos campos  para que conformen un equipo...  elite (valga la redundancia) que  unen esfuerzos por un bien común. En este caso, su objetivo es  la captura del  peligroso prófugo criminal “José Saldaña” –John García, en uno de los  grandes aciertos del elenco- quien se escapa tras 20 años encarcelado.

El fiscal que lo puso tras las rejas es ahora el gobernador de Puerto Rico (Ernesto Concepción), por lo que teme que “Saldaña”  cobre venganza contra él y su familia. Es aquí cuando el superintendente de la Policía sugiere contratar los servicios de Elite, el quinteto compuesto por los usuales personajes: el hacker (Frank Perozo), el valiente galán (Jorge Alberti), el extrovertido pero -supuestamente- “competente” dúo de policías (Jean Paul Polo y Joel Contreras) y no puede faltar la chica atractiva y peligrosa (Denise Quiñones).

No hay nada de malo en querer emular al cine de Hollywood, algo que claramente era el objetivo de Elite.  El director Andrés Ramírez y el cinematógrafo Heixan Robles se encargan de que la cinta luzca atractiva en pantalla y realizan un buen trabajo para mantener el flujo de la acción a un ritmo adecuado y dinámico.

Donde la película falla notablemente  es en el desarrollo de sus personajes, particularmente los integrantes de Elite. El guión de  Jean Paul Polo y Josean Rivera -quien también actúa en la cinta como uno de los villanos- sólo se concentra en darle un trasfondo al personaje de Denise Quiñones lo suficientemente robusto como para definir sus motivaciones. Los otros cuatro no son más que simples estereotipos  bidimensionales que no aportan mucho -si algo- a la trama.

De ese cuarteto, el que más resbala es el agente interpretado por Joel Contreras, quien aquí repite -a menor escala-  su conocida rutina de “el rockero loco”, sólo que armado de una pistola y con un chaleco antibalas. Andrés Ramírez le resta impacto al desenlace, durante la mejor secuencia de la cinta, yuxtaponiendo escenas de tensión con las intervenciones de Contreras que parecen sacadas de otra película.

En contraste, los villanos son los personajes que más sobresalen en la producción. John García, con su imponente presencia, hace de “Saldaña”  un verdadero monstruo sin tener mucha acción en cámara. Su trabajo lo complementa la actuación de Rodolfo Rodríguez como “Félix Flores”, el excéntrico criminal que es una mezcla entre el “Castor Troy” de Face/Off y “Jack McFarland" de la serie Will & Grace. Su introducción es un poco chocante al principio, pero Rodríguez lo hace memorable.

Como entrada en el género de acción, Elite es un buen intento dirigido a brindarle al público local una dosis de entretenimiento escapista homemade.  Y como dice una clásica cita de la cinematografía: it’s business, not personal.