
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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Para todos los propósitos, This Means War es una película que debí haber odiado, pero decir que fue así sería una falacia. Por lo que había visto en el corto promocional, poco, si algo de ella, apelaba a mis gustos como cinéfilo.
No soporto a Reese Witherspoon, por razones que no puedo identificar, pero todos tenemos alguna estrella que simplemente no aguantamos. La premisa de dos espías pelando por una mujer se veía insufrible y fabricada un laboratorio de Hollywood en el que fusionaron la fórmula de la comedia romántica con el género de acción con miras a atraer a las salas tanto a hombres como a mujeres. Además, el director McG –conste, su nombre profesional- es una versión barata de Michael Bay, sin que esto sea mucho decir.
Pero, como dije, no la odié. De hecho, me entretuvo de principio a fin, incluso sacándome algunas carcajadas. Más importante aún: no me aburrió, y en estos meses de estrenos comerciales deplorables, eso es lo más que se puede exigir por el precio de un boleto.
Lo que me mantuvo interesado en esta pieza de amena distracción fue la dinámica entre Chris Pine y Tom Hardy, aun cuando éste mantuvo una cara de pez sacado del agua durante toda la película. Hardy es un actor que se ha probado en roles dramáticos y crudos, como Bronson, Warrior y Tinker Tailor Soldier Spy. Aquí parece que sólo vino a cobrar un cheque entre la filmación de Wettest County –el nuevo filme de John Hillcoat (The Proposition, The Road)- y su próxima colaboración con Christopher Nolan, The Dark Knight Rises.
Pine y Hardy interpretan a “FDR” y “Tuck”, dos súper espías de la CIA que comienzan a salir con “Lauren” (Witherspoon), una de esas chicas ultra simpáticas, exitosas y atractivas que sólo están solteras en el cine. Ambos agentes hacen uso de sus destrezas y entrenamiento para luchar entre ellos con el fin de conquistarla y… esa es básicamente la trama. Es como ver una adaptación cinematográfica de la historieta Spy vs. Spy de la revista MAD sólo que con un triángulo amoroso.
“¿Con quién se quedará ‘Lauren’?” es la única interrogante del libreto de Timothy Dowling y y Simon Kinberg, cónsona con innumerables comedias románticas. El guión introduce un tono de humor más burdo por medio del personaje de “Trish” (Chelsea Handler), la típica mejor amiga extrovertida, casada y con hijos, que quiere vivir sus deseos reprimidos de promiscuidad a través de “Lauren”. Handler se esmera por ser graciosa, y mayormente lo logra.
McG dirige This Means War como un especial veraniego de MTV, cada toma repleta de irresistibles hombres y mujeres que parecen haber sido retocados en Photoshop, enérgicamente editados con un estilo visual rápido y violento capaz de provocar ataques de epilepsia. Particularmente cómica es la secuencia en la que Hardy se enfrenta a un grupo de adolescentes en un campo de gotcha, pero aún más risible –aunque accidentadamente- es el momento cuando el director trata de recrear uno de los tiros más famosos Martin Scorsese en Goodfellas, pero vaya que se queda corto.
Sin embargo, el ritmo desenfrenado y la fulminante edición de McG es lo que hace la cinta tolerable. Eso y las actuaciones de Hardy, Pine y, sí, mi querida Witherspoon, quien a pesar de que su trabajo aquí parece otra encarnación de su rutina de Barbie de carne y hueso, para este tipo de filme es perfecta. La actriz ganadora del Oscar consigue una tremenda química tanto con Pine como con Hardy, aún cuando lo que sale de sus respectivas bocas no podría ser más superficial, pero no importa. El trabajo de los tres consiste en verse sexy.
Luego de todos estos señalamientos, decir que me disfruté This Means War sonará contradictorio, pero así fue. Qué puedo decir. Existe tal cosa como una película tan mala que es buena. Quizás este sea uno de esos casos.