Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Una vez transcurran los primeros cinco minutos de Killer Joe, el nuevo trabajo del veterano cineasta William Friedkin, usted sabrá si este filme es para usted. Si de inmediato encuentra a los personajes totalmente despreciables o le incomoda que lo primero que aparece de Gina Gershon en pantalla sea su vello púbico, quizá haría bien en salir calladamente de la sala y elegir otra película en cartelera. El grado de perversión sólo aumentará.
Si por el contrario disfruta del humor oscuro –y por oscuro me refiero a más negro que la boca de un lobo-, el guión de Tracy Letts, basado en su propia obra teatral, lo impactará una y otra vez sin piedad mientras lo expone a un quinteto de personajes ultra depravados que les permiten a los actores explorar los ruines niveles de la naturaleza humana que rara vez se manifiestan en el cine.
Calificar a la familia protagónica de Killer Joe como “disfuncional” sería como decir que los Manson tenían “issues”. Los Smith se componen por el padre, “Ansel” (Thomas Haden Church), sus hijos, “Chris” (Emile Hirsch) y la adolescente “Dottie” (Juno Temple) y la madrastra, “Sharla” (Gershon). Al verse en aprietos por deberle dinero a un mafioso de Texas, “Chris” sugiere mandar a matar a su madre biológica para cobrar el seguro. Su padre no está convencido, pero “Dottie” piensa que es una brillante idea.
Es entonces cuando entra el personaje que figura en el título, “Killer Joe” -encarnado con gran ferocidad y osadía por Matthew McConaughey en su segunda memorable actuación del año-, un policía que acepta asesinatos por contrato. Al reunirse con “Ansel” y “Chris”, estos le dicen que no tienen el dinero para pagarle por adelantado, por lo que “Joe” sugiere que le den a “Dottie” como anticipo. “Ansel” accede sin ninguna aparente reserva, como si se tratase de un carro y no su hija.
En su segunda colaboración tras la claustrofóbica Bug, Friedkin y Letts no escatiman en el nivel de violencia ni realizan ningún intento porque estos personajes posean cualidades redimibles. El argumento cautiva desde el inicio por lo extraño que es ver a personajes tan ruines protagonizar un largometraje. Observamos a estos dotados actores perseguir hasta el máximo sus impulsos con la misma curiosidad que un científico mira el comportamiento de bestias salvajes en cautiverio.
La trama sufre de un pobre ritmo cerca del punto medio al estancarse en los mismos puntos durante mucho tiempo, pero Friedkin y Letts se recuperan de este tropiezo con un vicioso, degenerado –e, incómodamente, cómico- acto final que hay que verlo para creerlo. Si esta promesa de morbo llama su atención, no tome esta crítica como una recomendación. Killer Joe cae dentro de la categoría de “véala bajo su propio riesgo”.
*El filme estrena mañana en Fine Arts Café y DUDO MUCHO que su estadía en cartelera se prolongue por más de una semana. Así que si les interesa, recomendaría que la vieran lo más pronto posible.