Una leve distracción de parte de este servidor resultó en que no fuese hasta el final de Chasing Mavericks que me percatara de que su trama estaba “ basada en una historia verídica”. Curiosamente, este omisión resultó en una experiencia cinematográfica más amena, exenta del bagaje que esa distinción suele conllevar.

El guión de Kario Salem -bajo la dirección de Michael Apted y Curtis Hanson- cuenta la historia de Jay Moriarty, un joven de 15 años que en los años 90 se convirtió en un fenómeno del surfing tras enfrentarse a una de las mayores olas en el mundo. Chasing Mavericks es la versión Hollywood de su entrenamiento, anclada de un núcleo emocional que es sorprendentemente efectivo a pesar de la trillada cualidad de la relación central que recuerda a la de  The Karate Kid. 

Jay es encarnado por Jonny Weston como un bonachón. El adolescente se ve obligado a fungir como padre a raíz de que su madre (Elizabeth Shue) -una aparente alcohólica, aunque este es un elemento en el que el guión no profundiza- no es nada responsable. Su padre lo abandonó cuando niño, por lo que encuentra una figura paternal en Frosty (Gerard Butler), un vecino aficionado del surfing.

El corazón de Chasing Mavericks nace en esta relación maestro/discípulo, padre/hijo que surge entre Jay y Frosty, quien entrena al joven rigurosamente para alcanzar su meta. El guión peca de tratar de introducir conflicto a través de unos adolescentes que se la pasan molestando a Jay. Todas estas escenas son innecesarias y entorpecen el desarrollo del drama, pero afortunadamente no son muy frecuentes.

Butler da lo mejor de sí en su interpretación como un hombre cohibido emocionalmente por traumas del pasado y se desempeña muy bien en los momentos dramáticos. Lo mismo no se puede decir de Weston, cuyo personaje carece de dimensiones, pero esto podría deberse más a la manera como está escrito, y no necesariamente sus capacidades histriónicas... quizá.

El final de Chasing Mavericks tiene el potencial de ser muy emotivo si logra obviar las fallas del largometraje y se deja llevar por la honesta relación entre los protagonistas. Yo obvié el hecho de que su historia era verídica. Entré al cine únicamente sabiendo que había surfing envuelto. Actualmente es cada vez más difícil que esto suceda. No será una gran película, pero quedé sorprendido por su franqueza y buenas intenciones.