En estos días he estado leyendo un libro sumamente interesante sobre el tema de las coincidencias. (“Beyond Coincidences”) Además de dar ejemplos de todo tipo de coincidencias, los autores analizan estos sucesos desde el punto de vista cultural, psicológico, científico, y hasta espiritual. Hay personas, por ejemplo, que pueden ver una coincidencia como un ejemplo de intervención divina. Otros, de mente más científica, pueden considerarla el resultado de un conjunto de probabilidades. Y hay quienes las relacionan con la buena o mala suerte que tenga cada uno.

Como motivadora y coach de vida, el aspecto psicológico del concepto de la “suerte” es el que más me llama la atención. Es común encontrarnos casos como el de la persona que está buscando trabajo y se encuentra, de casualidad, con un conocido que no veía hace años y que estaba, precisamente, buscando a alguien para llenar una plaza en su compañía con su misma preparación. O tenemos también de la chica que sale con las amigas, a pesar de que esa noche no tenía ganas de fiestar, y termina conociendo esa noche al amor de su vida. ¿Son éstas coincidencias, producto de la suerte que tienen estas personas, o hay algo más en juego aquí?

El psicólogo inglés Richard Wiseman, quien ha dedicado más de una década al estudio del concepto de la suerte, por ejemplo, ha llegado a la conclusión que la suerte es mucho más que coincidencias o casualidades. Él entiende que aunque todos podemos tener momentos de buena o mala suerte, generalmente la suerte es la consecuencia de nuestras actitudes. Esto es algo que, durante años, yo he estado repitiendo en mis columnas y talleres de motivación. La vida que tenemos y que estamos creando es producto de nuestras reacciones y decisiones.

Tomemos, por ejemplo, el caso de la persona que “por casualidad” consiguió trabajo luego del encuentro con su viejo amigo. Esta persona tiene que haberle mencionado a su amigo que estaba desempleado y en busca de trabajo. Eso no es tener suerte, es ser honesto y asertivo. El amigo seguramente le dio su número de teléfono para que pasara por su oficina y él fue. No se puso a pensar en que tal vez ese trabajo no era el ideal, en que se sentiría incómodo teniendo como jefe a un amigo, etc. No permitió que los pensamientos chupacabras le robaran la energía del momento. Esta persona, claramente, quería conseguir trabajo y eso fue lo que proyectó.

En el caso de la muchacha y la fiesta, estoy segura de que a pesar de que originalmente quería quedarse en su casa, cuando llegó a la fiesta no fue a sentarse en una esquina. Probablemente decidió que ya que estaba allí, iba a pasarla bien. Viviendo el momento, sin expectativas, se abrió a nuevas posibilidades y conoció a una persona especial. Eso tampoco es suerte, sino actitud.

¿Quieres convertirte en una persona con suerte? Según el Dr. Weisman éstas son algunas de las cualidades que debes cultivar: la creatividad, el ser consciente de lo que ocurre a tu alrededor, y el saber aprovechar esas aparentes coincidencias. Estar despierto y listo para reconocer esas oportunidades que seguramente se te van a presentar, va a ser la clave para tu “suerte” en el 2008. Toma responsabilidad por tu vida, reconoce el valor de las coincidencias, y crea tu propia suerte.