Todos los días, de camino a mi casa, veo un pequeño cruzacalles que dice: “Deja de sufrir”, y más abajo el nombre y número de teléfono de una señora que lee el tarot.

Lo cierto es que la gente cree lo que quiere creer. Conozco personas que tienen desarrolladas sus facultades y utilizan el tarot para canalizar esa energía y ayudar a otros. Pero no hay carta ni visión ni energía que pueda hacer que dejes de sufrir si continúas repitiendo aquello que te hace sufrir. El problema es que generalmente nos percatamos de que estamos estancados en “lo mismo” cuando ya estamos metidos hasta el cuello en el dolor.

En mi nuevo libro, Libérate del sufrimiento, hablo precisamente de lo que podemos hacer para no convertir los dolores naturales de todos los días en sufrimientos que nos paralicen. Y algo que puede ayudarnos es adaptar a cualquier filosofía espiritual o creencia religiosa los ocho pasos de la ética budista, los cuales –les aseguro– pueden ahorrarles muchísimas horas de sufrimiento.

Ese llamado nos invita a observar tres áreas básicas de nuestra vida: lo que hacemos, lo que decimos y lo que pensamos. El entendimiento correcto, el pensamiento correcto, la concentración correcta y la atención correcta son los cuatro caminos que nos llevan a vivir en presencia mental. De esta forma creamos vidas con propósito y significado.

Completan los ocho pasos del camino la palabra, acción, vida y esfuerzo correcto. Tiene todo el sentido del mundo que, cuando conocemos nuestra mente y la dirigimos hacia la creación de palabras y acciones éticas y positivas, estamos eliminando gran parte del caos en nuestra vida. Y a menos caos, menos sufrimiento.

Te invito a caminar por este óctuple noble sendero y aprender así a no caer en más de lo mismo.

Tú preguntas

Hace tres mese perdí a mi papá. Nuestra relación nunca fue buena porque nos abandonó desde pequeños. ¿Por qué me siento tan triste?

Yo te respondo

Hay veces que vivimos con la esperanza de encontrar respuestas a cosas que no entendemos. Es posible que al él morir sin haber sanado esas heridas, sientas que el capítulo sigue abierto. Bendícelo y déjalo ir. Estoy segura que tu padre te amó a su manera.