Los que leen mis columnas y me han escuchado hablar saben que uno de los puntos que más enfatizo en mi discurso motivacional es que para ser más felices necesitamos aprender a aceptar y adaptarnos a los cambios. Este mes me llegó el turno a mí de abrirle la puerta a cambios no deseados y a circunstancias que por diferentes razones me están obligando a poner en práctica lo que predico.

La transformación que se está dando tanto a nivel local como internacional en los medios de comunicación me ha tocado personalmente de muchas formas, algo que en los últimos años me ha obligado a reinventarme y a aprender a reconocer las grandes lecciones que pueden esconder las más grandes pérdidas. Hoy es uno de esos días de aprendizaje, ya que luego de catorce años de compartir con ustedes Mi caja de herramientas, ésta será la última columna que escribo para Primera Hora.

No les niego que se me aprieta el pecho un poquito ante la sensación de pérdida que me genera el tener que romper este vínculo que nos ha unido durante tanto tiempo. Siempre he dicho, medio en broma y medio en serio, que el escribir esta columna, el compartir con ustedes tantos momentos hermosos y no tan hermosos, me ha ahorrado miles de dólares en terapia. Les quiero agradecer el apoyo que me han dado durante todo este tiempo, porque al identificarse con mis escritos como si fueran suyos, le han dado propósito a mi trabajo y a mi vida.

A la gerencia de Primera Hora y a todos los editores y compañeros con quienes he colaborado desde el inicio del periódico, gracias por haberme dado la oportunidad de crecer con ustedes. Esta columna fue el motor que impulsó mi carrera, no solo como conferenciante motivacional, sino también como escritora, y a ella le debo el tener hoy seis libros publicados. Gracias por eso.

Sé que continuaré escribiendo como si ustedes me estuvieran leyendo, y que en algún momento, y en algún lugar, regresaré. Por lo pronto, me despido abriendo la puerta a nuevos ciclos y preguntándome qué será lo que llegará. Los quiero…