Hace unos días, conversando con una persona cercana a mí, la escuché decir que se sentía triste porque estaba “sola”. Mi primera reacción, conociendo su historia, fue recordarle que ella no “está sola” sino que en realidad se siente sola porque no tiene una pareja en estos momentos. Esta mujer es una profesional con un trabajo de muchos retos, tiene unos hijos preciosos y saludables, tiene una familia que la quiere y la apoya y un grupo sólido de amistades sinceras con quienes ha logrado desarrollar una vida social bastante activa. No, ella no está sola.

Y traigo el caso de mi amiga porque sé que hay cientos de personas allá afuera que es posible que estén sintiéndose como ella, solas, porque no tienen una pareja, pero no porque en realidad lo estén. Yo entiendo perfectamente que si disfrutas de la vida en pareja, y en estos momentos no tienes a alguien a tu lado, vas a añorar esa compañía. Pero tenemos que aprender a no enredarnos en nuestros propios dramas existenciales, y entender que esa sensación de tristeza y soledad momentánea es normal. Lo que no debemos hacer es echarle más leña al fuego.

No, no es lo mismo “estar” solos que “sentirnos” solos. El “sentirnos” solos de vez en cuando es inevitable. Hay personas que aun teniendo pareja, en ocasiones, se sienten solos. Y esa sensación de soledad, de vez en cuando, no ha matado a nadie. La reconoces, te das tu lloradita, y sigues pa’ alante. Estar solos, sin embargo, es otra cosa. El llegar a sentirnos que tenemos una vida rica requiere trabajo de nuestra parte. Tomemos las amistades y la familia, por ejemplo. Hay personas que tan pronto empiezan a salir con alguien se olvidan del mundo. Claro, es natural que cuando una relación está empezando uno tiende a volcar todo su tiempo y atención hacia esa otra persona. Pero si no continuamos cultivando esos lazos de amor y de apoyo que tenemos más allá de una pareja, en el caso de que la relación no funcione, nos quedamos solos.

Muchas veces he escuchado a personas decir que “cuando uno está en las buenas, sobran los amigos y la familia, pero cuando uno está en las malas no aparece nadie”. Pero lo cierto es que conozco muchos que cuando están “en las buenas” desaparecen del planeta, alejándose de sus seres más cercanos, para solo reaparecer cuando hay un drama en sus vidas y necesitan que algún tipo de apoyo. Pero, claro, es más fácil quejarnos de los demás que trabajar para crear relaciones plenas y sólidas.

Otra clave para no sentir que “estamos solos” es tener un propósito en nuestras vidas. Cuando hay propósito, cuando hay pasión en lo que hacemos o queremos hacer, esa temporada en la cual no tenemos una pareja puede ser hasta refrescante ya que nos da el tiempo de cultivar cosas que nos hacen crecer. Busca hacer cosas que te llenen, como lo puede ser tomar un curso de algo que hace tiempo quieres aprender, continuar tus estudios, o hacer trabajo voluntario, algo en lo cual puedes hasta involucrar a tus hijos. Y recuerda que tu propósito en estas actividades debe ser descubrir algo nuevo sobre ti, no encontrar una pareja. Te sorprenderías de lo que ocurre cuando enfocamos nuestra mente en crecer, en divertirnos y en disfrutar de lo que ya tenemos. La calidad de nuestra energía cambia, y comenzamos a atraer a nuestra vida aquello que nos hace falta, pero no por necesidad, sino por ley natural de atracción.

 

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