Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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Los préstamos estudiantiles bien usados pueden ser un instrumento de desarrollo, pero en muchísimos casos (y en Puerto Rico en particular) pueden ser un ancla que imposibilita corregir el curso si la vaina no pinta bien.
Contrario a lo que se pensaba por muchas personas, quienes egresan de Harvard, Yale, Princeton, Stanford y otras universidades no son quienes más sufren por los préstamos estudiantiles. Por el contrario, el impago de la mayor parte de los estudiantes se compone de préstamos pequeños de personas que no terminaron la universidad o estudiaron profesiones para las cuales no hay un mercado laboral. El verdadero problema de los préstamos estudiantiles y su repago no son esas deudas astronómicas de médicos, abogados e ingenieros que adeudan sobre $200 mil. Es de aquellas personas que piden $8 mil a $25 mil que luego cargan con la cruz de su decisión educativa. Me explico.
Ya hemos hablado en muchas ocasiones de la calidad educativa en Puerto Rico. Lo preocupante de que nuestra mejor universidad (UPR) esté en la posición 960 en el mundo según algunos indicadores y en la 749 en otros. Mientras que las universidades privadas no aparecen en los indicadores globales. También hemos hablado de la falta de participación de la universidad en proponer soluciones y ganarse el dinero que el Estado invierte para obligar a su profesorado y estudiantado a trabajar para obtener el dinero del pueblo creando soluciones para nuestra vida diaria. La UPR debería ser el centro de desarrollo económico de Puerto Rico y de propuestas tecnológicas que le faciliten la vida al País. Desde proponer aplicaciones para ayudar a nuestros estudiantes a hacer desde su celular/tablet gran parte de su trabajo, hasta ‘apps’ para transportación colectiva, para servicios médicos, y tener centros de desarrollo de pequeñas y medianas empresas en los que puedas ir a montar tu negocio y los estudiantes preparen todo lo necesario para comenzar.
La verdad es que aunque estudiar en Puerto Rico todavía sigue siendo barato en contraste con Estados Unidos, nuestros estudiantes de universidades privadas y públicas tienen cada vez más préstamos estudiantiles. Como escribí en una columna anterior, los números se han disparado con el decrecimiento de nuestra economía. Con las pocas oportunidades de empleo, cientos de miles de estudiantes siguen en la universidad cursando maestrías y segundos bachilleratos con la expectativa de que más educación logrará darles oportunidades laborales. Esto no siempre funciona.
Desde el año 2003 la cantidad de préstamos estudiantiles se ha disparado en Puerto Rico tanto que es sumamente preocupante. Hoy día hay más deuda en préstamos estudiantiles que en tarjetas de crédito. Así de enorme es la cosa. Ahora, un nuevo estudio pone en perspectiva lo grave del asunto. La investigación de Brookings Journal realizada por un profesor de Stanford y el Departamento del Tesoro de la administración Obama encontró que el factor principal para determinar si alguien podrá pagar sus préstamos estudiantiles no es la cantidad que pidió prestada, sino el tipo de institución en que estudió.
El estudio revela que si bien es cierto que la mayor parte de la deuda la cargan estudiantes de instituciones denominadas como “selectivas” (de primer nivel como Yale y Princeton), el mayor impago es de instituciones técnicas y universitarias no tradicionales (o sea, de menor reconocimiento y “no selectivas”, donde entra todo el mundo). Es decir, quienes se endeudan hasta la cereta, pero lo hacen en una institución reconocida (Harvard, Stanford, Berkeley, Duke, etc.) consiguen un buen empleo y sueldo, por lo cual pueden repagar sus préstamos estudiantiles.
De otra parte, el 70% de quienes tenían deudas que no pudieron repagar era del otro tipo de institución, como institutos y universidades no tradicionales. De hecho, el 21% de quienes cursaron sus estudios en estas instituciones y empezaron a pagar sus préstamos en el 2011 llegó al impago en el 2013. Básicamente, todas las instituciones educativas de Puerto Rico están consideradas en esta categoría. Incluyendo la UPR y las privadas el estudio de Brookings las ubica en este grupo. Es decir, todas nuestras instituciones son consideradas en alto riesgo de impago. Para que tenga la idea, tres años después de graduarse (2011) el 11.9% de los estudiantes de la UPR impaga sus préstamos estudiantiles. Las privadas están aún peor. En Sagrado Corazón el número es de 17.3%, Interamericana, 19.5%; Turabo, 13.2%; MBTI, 21%; Universidad Metropolitana, 12.3%. La Politécnica está en 10.8% (pero en 2010 fue de 14.5%).
El problema se incrementa con la propuesta del Plan de Ajuste Fiscal de Alejandro García Padilla, que le quita cerca de $300 millones a la UPR. Esto hará que suban más estos números de impago de préstamos estudiantiles porque aumentarán los costos de la universidad, se cerrarían recintos y bajarían la oferta académica, por lo que más aún los estudiantes tendrán que endeudarse. Por ejemplo, si se fuera a cubrir el aumento de la UPR con la matrícula directa al estudiante habría que aumentarla en 600%. Esto sin duda aumentaría el problema de préstamos estudiantiles y seguramente haría que el impago se ponga cerca o a la par con las cifras de instituciones privadas. Si los pronósticos de este estudio se cumplen, la UPR y demás instituciones verán subir sustancialmente el porcentaje de estudiantes en impago a más de 20%-30% si la situación económica de la Isla no mejora. De hecho, esos números no son peores actualmente por las personas que emigraron que han conseguido trabajo y por tanto repagan sus préstamos.
El asunto es que los préstamos estudiantiles no hay forma de borrarlos. Usted o los paga o te perseguirán de por vida. Por tanto, si usted es de los que defienden el statu quo en la UPR y dice que las otras universidades deben ser defendidas y no reformadas, usted no está viendo los datos. Solo 4 de cada 10 estudiantes de la UPR terminan de estudiar una vez comienzan y solo 2 de cada 10 en las privadas. Si a la vez estos que terminan lo hacen en instituciones que no están entre las primeras 1,000 del mundo y simultáneamente salen endeudados con los peores números en todo Estados Unidos, ¿qué futuro usted cree que nos espera?
Lo que me enca$%^&^%$ de esto es que tiene solución. Hay que mejorar sustancialmente la orientación escolar antes de entrar a la universidad para que nuestra gente sepa lo que debe estudiar y lo que realmente le va a apasionar. Debe orientársele en un curso básico de finanzas para que comprendan lo que implica tomar estos préstamos. Tenemos que reformar nuestra educación ya. Las propuestas de cambio las he escrito muchísimas veces en esta misma columna. Estoy seguro de que todos sabemos lo que hay que hacer. Pero ¿qué puñ^&^%$# esperan para hacerlo? Llegó el momento de hacer cambios dramáticos y urgentes. Mientras nuestras universidades sean “fast foods” de diplomas y no centros de desarrollo económico y empresarial que compitan de tú a tú con las mejores 100 del mundo, estamos botando los $5,000 millones anuales que invertimos en la educación pública local. Es bastante bestia meterle $5,000 millones a un sistema educativo que no provee para el mundo y la competitividad moderna, por lo cual los egresados se montan en un avión y se van a producirle a otra jurisdicción porque obviamente buscan echar para adelante donde se les dan las herramientas y oportunidades. Cambiemos o el futuro no será mejor que el presente. Por Puerto Rico, ¡muévanse cara$%^&*&!
Nacido en Chicago y criado en San Lorenzo, el licenciado Jay Fonseca estudió en escuela pública. Fue a la UPR a estudiar empresas y derecho luego de teología. Es analista político en Telemundo y WKAQ 580. Autor del libro “Banquete Total: Cuando la Corrupción dejó de ser ilegal” y por una década fue columnista en Primera Hora. Supera el millón y medio de seguidores en Facebook, Instagram y Twitter, lo que lo convierte en uno de los principales “influencers” de la Isla. Es padre de una niña y tiene un app bajo su nombre, Jay Fonseca.
Esto tiene salvación
Esta columna busca proponer soluciones de manera muy sencilla a las situaciones actuales que afectan el País.