El último cacique mohicano
“Mientras algunos aplauden a los alcaldes, la verdad es que hay que reducir esos ayuntamientos”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Puerto Rico tiene un excedente de presencia gubernamental que se ha vuelto un ancla para el pueblo en vez del motor y empuje vibrante hacia una mejor calidad de vida. Ese gobierno para sobrevivir es como el Cookie Monster, que le puedes tirar todas las galletas del mundo y nunca logra saciarse. Es un oráculo de Delfos diabólico incapaz de limitarse a su rol, y siempre quiere estar metido en todo como si su presencia se justificara para justicia social más allá de para la corrupción. Pero, tanto está el picor hasta que se termina uno rascando y le llegó el momento de tener que reducir gastos porque ya no hay quien nos preste y los fondos que tenían se los fututearon. Ahora mismo la mayor parte de los municipios se va a quedar sin fondos entre marzo y julio del 2021 a menos que no venga algún tipo de rescate o impuesto nuevo.
Nuestros preciosos alcaldes dijeron en el 2005 que hacía falta un impuesto nuevo para recoger la basura, porque los costos de recoger la basura se habían disparado dramáticamente. Poco antes, la EPA había estado cerrando montones de vertederos asquerosos y hediondos muy mal administrados por esos mismos alcaldes que tapaban quebradas, cuerpos de agua, percolaban en acuíferos y tenían lixiviados como loco. Para resolver eso, nuestros alcaldes que por años no mejoraron sus prácticas de disposición de basura y menos fomentaron el reciclaje, dijeron que había que poner el Willie Tax, o el sales tax de un chavito para los alcaldes poder recoger la basura, disponerla y, supuestamente, fomentar el reciclaje.
Como siempre, nuestros alcaldes nos cogieron de tontejos y cogieron los chavos para otras cosas. Del Willie tax de 1% salió el IVU municipal que terminó siendo un botín de 1.5% del IVU que en números totales eran 300 millones de billetes para los alcaldes y el fondo de equiparación para distribuirse el dinero entre los pueblos más grandes hacia los más pequeños. Nos dijeron que era para recoger la basura a perpetuidad y con eso el reciclaje, pero se fueron al Banco Gubernamental de Fomento y pidieron préstamos para obras imbéciles usando ese dinero de colateral.
El gobernador irresponsable de Aníbal y el peor gobernador de la historia, Luis Fortuño, permitieron una jauja del 11 por 1. Por cada dólar de IVU, podías coger prestado hasta 11 dólares por los próximos 40 años. ¿Qué hicieron nuestros caciques? ¿Nos protegieron como Güeybaná? ¿Quemaron al enemigo como Aymamón? ¿Hicieron programas de reciclaje y pusieron el dinero en un fideicomiso perpetuo para cuidar del ambiente de nuestra Isla?
Nooooo vruto con “v”, cogieron préstamos para hipotecar el dinero que era para la basura y se pusieron a hacer obras impúdicas como el hotel de Aguadilla de $30 millones botados, las pistas de patinaje apócrifas que solo funcionan si no pagan la luz, el coliseo de Naranjito y sus $20 millones botados, el multiusos de San Lorenzo y su decena de millones flusheados a la basura con el helipuerto hacia ningún sitio y ni hablar del Cristo de yeso de Naranjito y Gurabo, que se compraron figuras inservibles que mejor no digo nada por falta de onomatopeya. Obvio que usted sabe que en la construcción pública es que está la mayor corrupción y el sobre gasto en cambio de órdenes más raras que los secretos de la Virgen de Fátima.
Ahora, esos alcaldes que perdieron como Mayita, Yulín y Aníbal Vega Borges que protestaban contra los recortes de retiro, no querían ellos pagarle el retiro a sus empleados municipales. O sea, ellos quieren que se siga pagando el retiro a los empleados, solo que no salga del bolsillo de la entidad que contrató y empleó a dichos pensionados. O sea, yo te contrato, yo te doy el sueldo y te prometo una pensión, pero la pensión te la paga el diablo. El gobierno de Rosselló cogió de imbéciles a los cooperadores alcaldes que querían caer para seguir gastando y les hizo creer el paquete de que el gobierno central pagaría esas pensiones. Pero, la Junta dijo que no, que eso le tocaba a los alcaldes y que, de lo contrario, eso sería otro subsidio a los alcaldes. En esas, el tribunal federal le dio la razón a la Junta y ahora los alcaldes se gastaron los chavos que eran para las pensiones y no tienen cómo pagar su parte del retiro y de la tarjeta de salud ASES.
Entre ellos, San Juan tiene que pagar $97 millones, Toa Baja $8 millones, Mayagüez $6 millones, Ponce $6 millones y Arecibo casi $6 millones. Casi 40 pueblos si pagan su porción se van a quedar insolventes de aquí a los próximos meses y tendremos que decidir entre reducir municipios, disminuir servicios o poner impuestos nuevos como adicionales a la propiedad. Porque mientras algunos aplauden a los alcaldes y dicen que son la mejor cosa que tenemos, la verdad es que hay que reducir esos ayuntamientos, las regiones y distritos del gobierno central que se crean para mantener contentos a los alcaldes para que designen a su gente, porque así es como funcionan los distritos y regiones de casi todo el aparato de gobierno y esas oficinas de gobierno a las que usted va en diferentes puntos de la Isla son los refugios para nombrar al corillo del alcalde.
En fin, el pueblo no puede hacerse el inocente. Después de todo, hemos seguido votando por gente como Carlitos López que tras ser acusado por falsificación de documentos, utilizar dinero público para viajes personales, apropiación ilegal agravada y la madre de los tomates siguió saliendo electo hasta el día de hoy. Los informes del contralor están repletos de esas barbaries y los alcaldes siguen saliendo. Muchos, sabiendo lo que viene este cuatrienio, decidieron irse adelante. Puerto Rico no peca por inocente, pecamos con conocimiento de causa.
Nacido en Chicago y criado en San Lorenzo, el licenciado Jay Fonseca estudió en escuela pública. Fue a la UPR a estudiar empresas y derecho luego de teología. Es analista político en Telemundo y WKAQ 580. Autor del libro “Banquete Total: Cuando la Corrupción dejó de ser ilegal” y por una década fue columnista en Primera Hora. Supera el millón y medio de seguidores en Facebook, Instagram y Twitter, lo que lo convierte en uno de los principales “influencers” de la Isla. Es padre de una niña y tiene un app bajo su nombre, Jay Fonseca.
Esto tiene salvación
Esta columna busca proponer soluciones de manera muy sencilla a las situaciones actuales que afectan el País.