Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
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Hacía tiempo que no seguía una rutina de baile. Y, por causa de nuestra querida Keylla Hernández, Tita Guerrero convocó para que participáramos de un flashmob. ¿Qué les puedo decir, más allá del estrés por no saber qué exactamente iba a hacer? La noche del pasado jueves se convirtió en un momento especial. Estábamos citados a las 8:30 p.m. para ensayar lo que haríamos el domingo durante Race for the Cure y, poco a poco, fuimos llegando.
Y como buenos boricuas, formamos la algarabía según nos íbamos saludando. Fue lindo ver compañeros del medio que hacía tiempo no compartíamos. Pero más lo fue la dinámica que se dio en un abrir y cerrar de ojos. Allí no habían artistas, ni canales, ni posiciones, ni protagonismo... Allí solo había solidaridad, compañerismo, amistad.
La risa nunca se detuvo. Sudamos como loco, pero nunca hubo una queja. Solo queríamos disfrutar ese momento, que por una amiga y una causa nos unía.
El tiempo pasó rápido y los que creían que no iban a poder bailar, salieron airosos. No había presión, solo compañerismo.
Reconozco que fue genial la invitación de Tita Guerrero, pero sobre todo la respuesta de la clase artística, que una vez más da cátedra de lo importante que es estar en las causas justas. Que siempre está presente y unida para llevar un mensaje de esperanza, solidaridad, a un pueblo en los distintos eventos benéficos que se realizan.
Todas ustedes ya saben que fuimos a representar a Keylla, sin tener idea que ella, con su presencia, nos daba el mejor regalo a través de su sonrisa y las poderosas palabras que compartió allí.
De verdad que el verla a ella, a las que están luchando día a día y a todas las sobrevivientes de cáncer, me llevó una vez más a darle gracias a Dios por el privilegio que nos da de poder servir y de ser parte de un pueblo amoroso.
La clase artística, aun siendo sacudida por noticias triste de sus compañeras y compañeros, sigue dando la milla extra por un pueblo. Se une, siempre se une en amor, respeto y solidaridad…
Fuimos convocados, bailamos, cantamos, reímos, pero lo más importante, con la esperanza y la oración en nuestros corazones de que nuestra Keylla saldrá victoriosa, así como todos aquellos que están en la lucha.
Yo creo en un Dios que sigue haciendo milagros, su mano no se ha cortado. Él sigue haciendo de lo imposible, posible.
A Tita y a todos los que dijeron presente, mi cariño y respeto.
Y déjame ponerlo de esta forma: gracias por ese flashmob, por cada saludo, conversación, relajo; realmente fueron muy especiales para mí.
¡Dios les bendiga!