El Día de Acción de Gracias yo lo celebro todos los días, porque reconozco que por la gracia y misericordia de Dios todo lo que tengo se lo debo a Él. Esto y más me lleva  cada mañana a darle gracias por su amor, fidelidad, compañía y por su hermosa y poderosa presencia en mi vida. 

Pero no te equivoques.  El ser agradecido no depende de lo mucho o poco que tengas. Es una actitud ante la vida que nos hará más feliz. Recuerda que para Dios tú vales por quien eres, no por lo que tienes.

Mañana yo sé que tomarás un momento del día para reunirte con tu familia o amistades y dar gracias. 

Pero hoy yo no puedo desaprovechar la oportunidad que me da este medio para darle gracias a Dios por ti, quien ha tenido a bien leer mis escritos cada miércoles y de darme el privilegio de sembrar en ti un poco de lo que hay en mi corazón. Gracias por leerme, por quererme y apoyarme.

Gracias por cada palabra que me escriben  abriendo sus corazones y compartiendo cómo se han identificado con el tema de la semana. 

Tengo que dar gracias por cada mujer que en distintos momentos se ha acercado a mí para decirme lo mucho que atesora mis escritos y comentarios. Gracias por esos abrazos tan llenos de cariño. 

Gracias por aquellas que sin yo merecerlo me miran con lágrimas y me dan el privilegio de poderlas escuchar, consolar y aconsejar.

Tengo que darte gracias, sííí,  porque si no, sería una malagradecida al no reconocer todo lo que te acabo de compartir, que he recibo de todas ustedes. 

Gracias, mujer, que eres madre, esposa, hija, abuela, hermana, tía, amiga… a ti que eres mujer, que sé que más allá de darle gracias a Dios por los alimentos, darás gracias por ser su hija, por mantenerte de pie a pesar de las dificultades. Por acompañarte en los momentos de soledad y transformar los días oscuros en esperanza. Por suplir la respuestas en los momentos de silencio y ver sus promesas tocando a tu puerta. Por darte vida y poder ver cada mañana el rostro de tus seres amados.

Mujer, son tantas las cosas por las que tenemos que agradecerle a Dios que por eso no debemos permitir que el agradecimiento desaparezca de nuestras vidas.

No permitas que el dolor, la frustración, desilusión, enfermedad, soledad, coraje, etcétera, etcétera,  te roben la bendición de tener un corazón agradecido y desbordado de amor a aquel que todo lo da, todo lo suple por amor a ti, que es Cristo Jesús.   Con todo mi corazón, ¡gracias!

¡Que tengas un bendecido Día de Acción de Gracias!

Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18)