Monstruo de tres cabezas

Si la administración del gobernador Alejandro García Padilla de verdad quiere cortar grasa para cuadrar el presupuesto del próximo año fiscal, puede empezar por la Oficina del Contralor Electoral, que este año fiscal tiene un presupuesto de $4,179,000, de cuya cantidad $3,200,000, equivalente al 76.5%, corresponde a la nómina de 51 empleados, todos con puestos de confianza.

En dicha oficina, a pesar de la crisis fiscal del Gobierno, los aumentos de sueldo y los nombramientos no pasan por la autorización de la Oficina de Gerencia y Presupuesto ni de la Secretaria de la Gobernación, ya que fue eximida de cumplir con ese requisito que aplica a la gran mayoría de las entidades gubernamentales.

El contralor electoral, Manuel A. Torres, nombrado en el 2012 por el ahora ex gobernador Luis Fortuno y ahijado político del ex presidente senatorial Thomas Rivera Schatz, devenga un salario anual de $120,000. Torres, ex secretario del Senado, no es abogado ni contador público autorizado, pero tiene un nombramiento de contralor.

Para subsanar esas deficiencias, la Legislatura penepé del cuatrienio pasado y Fortuño dispusieron que la oficina fuera un monstruo de tres cabezas. De ese modo, Torres tiene dos contralores electorales auxiliares, con sendos salarios de más de $95,000 anuales. Según la ley, redactada a la medida para Torres, uno de sus auxiliares tiene que ser abogado y el otro CPA. Los cargos los ocupan el abogado Ángel Vargas y la CPA Maite Vargas, que no son parientes. En tanto, los directores de administración, recursos humanos, legales, sistemas de información y secretaría, entre otros, devengan más de $80,000 anuales.

Todopoderoso

El contralor electoral, Manuel Torres, tiene poderes tan amplios, otorgados por la Legislatura penepé del cuatrienio pasado y refrendados por el ex gobernador Luis Fortuño, como el de paralizar una elección general. Contrario a la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), que se rige por un sistema de balance partidista, la Oficina del Contralor Electoral está por la libre, lo que significa que tiene la potestad de auditar las finanzas de todos los partidos políticos, incluidos los de oposición, sin representación de estos en el organismo.

Con la creación de esta oficina, a la CEE le nombraron un comisario político y le dieron los poderes de fiscalizar las finanzas de los partidos políticos, que siempre habían estado en manos del organismo electoral. Para colmo, tras las elecciones del 2012, la oficina de Torres se convirtió, además, en un refugio de empleados del Senado de Rivera Schatz.

La historia de la corrupción

El más reciente libro del periodista y escritor Antonio Quiñones Calderón, “Corrupción e impunidad en Puerto Rico”, presenta un catálogo de casos de corrupción ocurridos principalmente en la Isla. El libro, de 564 páginas, seguramente ayudará a muchos lectores a diferenciar entre el bien y el mal, así como a rechazar las prácticas antiéticas e inmorales en la política.

El lector descubrirá en este libro datos tales como que entre 1993 y 2000 la corrupción le costó al pueblo de Puerto Rico $3,339 millones, equivalente a más de $417 millones por año. O que entre 1986 y 1996 el 40% de los legisladores cometió faltas e incurrió en irregularidades en sus planillas contributivas.

El libro lo presentará formalmente el director de Opinión de El Nuevo Día, Héctor Peña, este jueves, a las 7:00 de la noche, en el Ateneo Puertorriqueño. “Nada me haría más feliz que saber que las revelaciones de este libro contribuyen al surgimiento de una conciencia que acabe con este estigma de los tiempos modernos”, dijo el autor, que describe su obra como “una historia triste”.

"Off the record"

Señores feudales

Los alcaldes, tanto populares como penepés, tienen  en común su vocación por los buenos sueldos... para sí mismos. Ahora, a pesar de la crisis fiscal del Gobierno, que toca a todos y cada uno de los ciudadanos, los alcaldes de ambos partidos   propician alianzas para defender sus propios intereses económicos. No defienden los intereses de sus compueblanos, ni siquiera los de sus electores, sino los de sus bolsillos. No dirigen municipios, sino feudos.