Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 9 años.
PUBLICIDAD
Este oficio de cantante me ha dado la oportunidad de vivir diferentes experiencias, visitar países y ser protagonista de algunas anécdotas muy simpáticas. Muchas veces esas memorias llegan en lugares y momentos determinados llenándome de nostalgia y dándome una terapia de risas y simpatía que ayudan a alivianar la carga cotidiana que, como decía el tango, es cruel y es mucha.
El nacimiento de “Camínalo”
Es el maestro Willie Rosario el responsable de que yo utilizara por primera vez la palabra “camínalo” en una grabación. Rosario gustaba de que sus cantantes dijeran frases que sazonaran la parte instrumental de las canciones de la banda. Durante la grabación del último disco que hice como cantante de su orquesta, Willie me pidió que hiciera uno de esos comentarios, mismos que no se me ocurrieron en el momento. Un poco molesto por haberme requerido varias veces, sin obtener resultados, me gritó desde el control: “Chiquito, di algo ahí” y yo del susto le contesté: “¡Camínalo!”. Desde entonces es el término que me identifica.
¡Devórame otra vez!
Presentándome en el Conga Room en Los Ángeles, California, estuvo una señora frente al escenario pidiéndome insistentemente la canción del querido y respetado cantante Lalo Rodríguez, Devórame otra vez. Ella me decía frases de la canción (que no se sabía muy bien), me hablaba de situaciones personales; en fin, quería escuchar la canción que se supone era mi gran éxito. Varias veces le aclaré que yo no era Lalo y que mucho menos la cantaba, mientras ella me gritaba: “¡Canta la canción, eres tú!”. A medida que pasaba la noche, la señora se fue embriagando y continuaba gritando: “Canta la canción”. Tratando de que se callara, le aclaré al público que iba a cantar un pedacito de Devórame otra vez para complacer a la señora que me había confundido. Empecé a entonar a capella las primeras líneas de la canción, la señora se calmó y casi llorando me dijo: “¡Ves que eres tú!”.
Carro nuevo
A mediados de los noventa tuve un accidente automovilístico que afortunadamente no fue grave, aunque el carro fue pérdida total. De todas maneras pasé cinco días hospitalizado y el sábado en la mañana recibí la visita de dos seres especiales que siempre recuerdo con cariño: Mario Ortiz y Santitos Colón. Cada uno me llevó un regalo. El de Santos fue el más curioso. Me pidió que lo abriera y, para mi sorpresa, era un carrito de armar. Santitos me dijo: “Como tú fastidiaste el tuyo, aquí te traje un carro nuevo pa’ que te entretengas”. Mario y Santitos: los extraño mucho.
Solemne...
En la sala de un hospital de la capital esperaba un poco ansioso el resultado de una operación que se le realizara a mi querido padre, cuando de repente salieron de la sala de operaciones dos monjitas en actitud muy solemne y con un rosario entre las manos. Una de ellas me miró a los ojos y, con mucha ternura, me dijo: “Camínalo”. Fue tanta mi sorpresa que lo único que se me ocurrió contestar fue: “Camínalo”.
Ronco y sordo
El maestro Louis García es arreglista, músico y productor muy respetado. La primera vez que grabé con él estaba yo muy afectado de la garganta y, en determinado pasaje de la canción, se me notaba bastante. Se hicieron varias tomas de la misma parte y el maestro García me corregía diciéndome que se me escuchaba como un “duende” caminando en la garganta, por no decirme que estaba muy ronco. Después de varios intentos, hice una toma que me pareció que estaba bien. Un poco molesto le dije a García: “Oiga maestro, usted perdone pero esa quedó bien”. García contestó: “Ahora sí estoy preocupado, ademas de ronco ¡te estás quedando sordo!”
Pedro Navaja
Un grupo de cantantes participamos de la puesta en escena de La verdadera historia de Pedro Navaja, una obra musical original de Pablo Cabrera basada en la canción de Rubén Blades. Por meses nos preparamos para actuar, bailar y obviamente, cantar. Una noche nos visitó un amigo de uno de los cantante y cuando terminó la obra nos felicitó de la siguiente manera: “No actuaron tan mal, ¡pero cantaron malo de vicio!” Sincero el muchacho...
De todo se ve y de todo me ha pasado en este oficio. A veces unas anécdotas son más simpáticas que otras, pero este trabajo es muy interesante y lleno de diversos temas, perfectos para escribir un libro. Pensándolo bien… quizás lo intente.
¡Camínalo!
Cantante
¡Camínalo!