Belo Horizonte. Puerto Rico y Brasil están lejos uno del otro y hablan idiomas distintos, pero siguen siendo países latinoamericanos. Por tal razón, hay muchas más similitudes que diferencias.

La calidez de la gente, la disposición de siempre ayudar (y si no sabes, te lo inventas) y ese ánimo de siempre pasarlo bien son, para mí, las grandes igualdades entre puertorriqueños y brasileños. Pero algo que me ha sorprendido es la gran similitud en lo gastronómico.

Como periodistas en esta Copa del Mundo, pasamos mucho tiempo –especialmente en los días de partidos- en los estadios. Por tal razón, los organizadores, diariamente, preparan un “buffet” (que hay que pagar) para todos los profesionales de los medios.  Cada vez que almuerzo, me siento en casa, y eso también se repite cada vez que cenamos fuera del estadio.

Nunca falta el arroz blanco con habichuelas, rosadas o negras. La ensalada, el pollo y la carne roja son fijos, y hace un par de días hasta nos sirvieron amarillos. 

Además, ya fui a mi primer “rodizio” en suelo brasileño, todo una obligación si visitas este país. Claro, vaya con hambre, pues la comida no se acabará hasta que usted diga lo contrario. 

Y si quiere variar un poco su paladar, las principales ciudades de Brasil, como Río de Janeiro y Sao Paulo, cuentan con una rica variedad gastronómica debido a la gran cantidad de inmigrantes que han recibido en las pasadas décadas.

De hecho, en Sao Paulo se jactan de decir que tienen la mejor pizza del mundo debido a que su mayor grupo de inmigrantes son italianos. Esa la tengo pendiente.

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