“Hayan muerta a estudiante de 22 años; su novio, sospecho del feminicidio, se quitó la vida” “Identifican víctima de feminicidio en el pueblo de Santa Isabel, evento que ocurrió en presencia de sus hijos”.

Estos fueron algunos de los titulares que cerraron nuestro año 2024 y que, a su vez, describieron el estado de emergencia y de desprotección experimentado por las mujeres sobrevivientes de violencia doméstica en Puerto Rico.

Igualmente, una de estas situaciones mostró cómo en ocasiones el maltrato hacia la niñez se encuentra inmerso en las situaciones de violencia doméstica, realidad que ha sido contemplada en las políticas públicas en nuestro país.

Ante ello, uno de los fenómenos a ser estudiados debería ser la violencia vicaria. Entre las diversas formas de violencia doméstica, la violencia vicaria ha ganado atención en los últimos años debido a su naturaleza insidiosa y devastadora que ha tenido en Puerto Rico y otras partes del mundo.

Esta violencia se refiere al maltrato ejercido por la parte agresora hacia los hijos como estrategia de control y castigo hacia la madre. Este tipo de violencia, parte del espectro de la violencia de género, utilizando a los hijos como un medio para perpetuar el sufrimiento emocional, profundizando las cicatrices psicológicas de las madres que sobreviven diariamente a la violencia de pareja.

Es importante destacar que este tipo de violencia puede ser ejercida hacia otro integrante cercano y significativo para la mujer afectada, un daño grave a algún familiar cercano.

Por consiguiente, el objetivo primordial consiste en intimidar a la pareja, a tal grado que acceda o se someta a lo que su agresor(a) pretende a cambio de que no se le cause daño a sus familiares. El objetivo de amenazar o de causar daños, puede incluir a la mascota de la parte afectada o víctima de la coerción.

En la isla, los datos sobre violencia de género reflejan una situación preocupante. Tan reciente como el 25 de diciembre de 2024, las estadísticas revelaron que en comparación con el año 2023, se reportaron 5 feminicidios más para un total de 24 incidentes de 19 que fueron reportados para ese año.

Esta situación pone en entredicho la seguridad de nuestra niñez, quien igualmente sobrevive junto a su madre en este contexto, sumando la violencia vicaria a la que pudiera estar expuesta.

Estudios internacionales y testimonios locales indican que esta forma de abuso no solo perpetúa el control del agresor, sino que también provoca traumas psicológicos severos, como la ansiedad, depresión y estrés postraumático en las mujeres sobrevivientes. En el caso de la niñez, la exposición a este tipo de violencia puede generar problemas de conducta, dificultades escolares, daños emocionales a largo plazo y hasta la muerte.

La falta de legislación específica sobre violencia vicaria complica la protección de las víctimas y, por consiguiente, limita ejercer un abordaje correcto y seguro para las madres sobrevivientes y sus hijos.

Para intervenir con la violencia vicaria se requiere de la aprobación de leyes que reconozcan esta forma de abuso y así apoyar los recursos de intervención que van desde los profesionales especializados, investigaciones sociales, instrumentos de evaluación, entre otros elementos indispensables para identificar la existencia de esta modalidad de violencia.

La violencia vicaria es un problema social que debe clasificarse en las estadísticas y estudios científicos para ser abordado correctamente. Más allá de las cifras, son las historias de dolor y superación de las mujeres y sus hijos las que deben inspirar a la visibilización de este lamentable sufrimiento.

La autora es CEO Servicios Psicosociales Clínicos y Forenses de Pérez Luna & Asociados. Es, además, Trabajadora Social Clínica y Forense.