La historia humana es un relato de transformación, reconfiguración y continuidad. Es posible identificar paralelismos entre épocas distantes, como la edad media y este mundo contemporáneo de redes sociales. En ambas épocas vemos un control del pensamiento, en la edad media por la iglesia católica, y en la era digital por las plataformas como Facebook y YouTube. El regreso al razonamiento basado en la ciencia y en la razón deben marcar el surgimiento de un “Renacimiento” nuevo de la sociedad actual.

Durante gran parte de la edad media, la iglesia ejerció un control político, social y cultural profundo mediante su función religiosa. Las creencias teológicas dictaban las normas de vida, la educación estaba restringida a los monasterios y el acceso al conocimiento era limitado. La iglesia monopolizó la información y configuró parte de la realidad sociopolítica, influyendo en las decisiones de los reyes y gobernantes de Europa.

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Paralelamente, las redes sociales, aunque son herramientas para conectar personas, también se ven como medios digitales de “control”, pero en un sentido diferente.

Facebook, YouTube, Instagram y otras plataformas sociales han creado un ecosistema digital. Los algoritmos dictan la información que le llega a los usuarios basado en las preferencias e interacciones de cada persona. Esto genera burbujas y filtros que refuerzan opiniones específicas y, en muchos casos, propagan exponencialmente teorías de conspiración y noticias falsas.

Todo se alimenta de la interacción humana, lo que significa que mucho contenido sensacionalista y divisivo se reproduce y se hace viral muchas veces antes que los hechos puedan verificarse.

Una analogía con la edad media es evidente: es manipulación de la información, pero en lugar de la iglesia, son los algoritmos los que semi controlan el destino de las ideas, buenas y malas, que salen de nuestros cerebros.

Los smartphones, en manos de millones de personas, son puertas a una realidad controlada y filtrada. Sabemos que hubo regulación de pensamiento y de conductas mediante acceso controlado al conocimiento en el pasado.

En las redes sociales “medievales” actuales, el contenido se adapta a las preferencias y subjetividades de cada uno, reforzando solamente lo que la persona ya cree, cerrando espacios a la objetividad, evitando la crítica e impidiendo el criterio independiente. Es un sistema cerrado de polarización basado en desinformación.

La edad media culminó con el Renacimiento, un periodo que marcó un resurgir del pensamiento crítico, la filosofía, las ciencias naturales y el arte. El Renacimiento significó el fin del pensamiento medieval dominado por la fe, el dogma y el miedo. Los renacentistas impulsaron el uso de la razón y la observación empírica para comprender la realidad, influenciados por Aristóteles y otros filósofos antiguos. Al igual que el Renacimiento transformó el pensamiento medieval, centrándose en el pensamiento lógico y la observación empírica, necesitamos desintoxicación digital y un reenfoque y reajuste social.

La conciencia y el activismo ambiental, la ciencia detrás de la alimentación y los hábitos saludables, el ejercicio físico y el retorno a la naturaleza como fuente de sabiduría son indicadores de un renacimiento contemporáneo. Consumir contenido científico puede ayudar a alejarnos de información incorrecta y chatarra, regresando a la búsqueda de la verdad y el bienestar individual y colectivo.

La ciencia, al igual que en los tiempos de Galileo y Copérnico, se presenta hoy en 2025 como una fuente confiable ante las narrativas sensacionalistas y conspirativas que invaden las redes sociales y nublan nuestro pensamiento.

Apuesto a un renacimiento que busque contrarrestar la desinformación mediante la educación, el escepticismo científico y el compromiso de nosotros los ciudadanos. Urge una vuelta a la razón, a la ciencia y a la verdad objetiva, como un nuevo renacer de la humanidad, y de nosotros como puertorriqueños, frente a la oscuridad del contenido digital falso e innecesario.

El autor es neurocientífico y catedrático de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras