Nunca descartes que lo que no sucede, suceda
“Realizo claramente que mis padres depositaron sus sueños y anhelos en su primogénito, el cual veían y percibían como su gran tesoro y regalo de Dios”
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
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Me tomó muchos años y vivencias entender el “Plan Perfecto”. Mi filosofía de vida y norte desde que me conozco fue, es y será delineada por mi comportamiento con los designios del Señor y su dádiva o Gracia en mi vida a través de la música.
A los 5 años, mi padre don Esteban Ortiz Rivera, músico de afición y natural del pueblo de Utuado, puso en mis manos su guitarra con el propósito de ver si yo tenía aptitud para poder ser músico. ¿Por qué? No fue hasta muchos años después y en su lecho de muerte que me confesó aquel propósito que se definió en lo siguiente: Él no pudo ser músico profesional pues cuando conoció y enamoraba a mi madre, ya era viudo dos veces consecutivas. Mi madre, doña Natalia Ruiz Martínez y natural del pueblo de Utuado, 12 años más joven que él, fue firme en su línea de pensamiento y le dio a escoger entre la música o desarrollar una familia conteniendo los valores y estilos de la época (década de 1940). Por el amor que existía hacia ella, puso a un lado su anhelo y sueño en ser musico profesional y artista para capturar la presencia en su vida de la mujer que amaba, mi madre.
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Siempre vivió orgulloso de mi carrera y el desarrollo empresarial que tuve desde temprana edad. Él me sentía definido en lo que yo atentaba como profesional de la música y su industria. Y aquí una de las citas más importantes de vida provocada por mi padre poco antes de morir: “Seas tú la extensión de lo que yo quise ser”.
Yo no percibía ese orgullo y pedido, pues mi madre lo opacaba con su alegría constante hacia mis asuntos.
Compartí más mi intimidad con ella que con él. A muy temprana edad ambos me brindaron la confianza de desarrollarme en el mundo de la música. Tendría 16 años cuando comencé mi tránsito por la vida. Esa, la que daría el caminar más espectacular que pudiese imaginar. Anejo a esos sucesos mi inserción a muy temprana edad a la iglesia realizándome como monaguillo y “Paje del Santísimo”. Mi día comenzaba a las 5:00 a.m. caminando por cerca de una hora para llegar a la iglesia a asistir como monaguillo al servicio de las 6:00 a.m. Luego a la escuela y en la tarde a repartir en bicicleta el periódico. De regreso a la casa, cenar, estudiar, oír un poco en la radio los juegos de pelota profesional nacional y a descansar.
Realizo claramente que mis padres depositaron sus sueños y anhelos en su primogénito, el cual veían y percibían como su gran tesoro y regalo de Dios. Pero su nivel de pobreza era en su principio muy marcada y dentro del paquete de confesiones que expusieron a través de sus vidas y en su momento me confesaron que ellos pensaban que no iba yo a poder llenar sus expectativas debido a su posición social y económica. Mas mi padre siempre le comentaba a mi madre: “Nunca descartes que lo que no sucede, suceda”.
Siempre he sido un viejo entrampado en un niño, joven y adulto. Por eso, entre otras cosas, he apostado a todo lo que es provocado en mi corazón por el dador de vida. Apuesto a mí y no busco opiniones que puedan desviar la atención de lo que yo persigo y me regala felicidad. Así comencé mis empresas hace 45 años y ahora bajo diferentes nombres, pero con el mismo contenido, me siguen provocando la continuidad de todo aquello que ha funcionado.
Ser estructurado y no afanoso o improvisado es una de las claves del éxito.
Tomó más de 3 años y sinnúmero de presentaciones a nivel nacional e internacional con los empresarios más importantes de la industria de la música sin efecto positivo alguno. Nunca perdí la fe y respiré tolerancia sin temor al fracaso.
Gracias don Esteban y doña Naty por realizarme siendo el reflejo de la excelencia: Ustedes.
El temor es del cobarde.