En las coberturas de los procesos judiciales de casos criminales son muchos los detalles que pasan desapercibidos por parte de los espectadores que están pendientes al desenlace.

Son situaciones que muchos periodistas titulamos fuera de las líneas de los periódicos o de las cámaras como “Lo que no se ve”, porque son incidencias pocas veces narradas en las historias.

En el juicio contra Jensen Medina Cardona, el hombre que asesinó a Arellys Mercado Ríos por un confuso incidente por un celular extraviado, ocurrieron muchas de estas cosas que nadie ve, pero que me llamaron la atención desde que inició el proceso en enero del 2020.

Entre las cosas que alteraban mi curiosidad era indagar qué había plasmado en una libreta que doña Nitza Ríos, la madre de la víctima, cargó durante las 31 vistas del juicio. Muchas veces la vi hacer anotaciones, sentada siempre en la misma silla de la sala del tribunal.

Bárbara J. Figueroa Rosa, periodista
Bárbara J. Figueroa Rosa, periodista (Ramón “Tonito” Zayas)

A lo lejos alcancé a ver, en alguna ocasión, un dibujo. Aquellas páginas eran también su refugio cuando detallaban desgarradoras escenas del crimen. Eran un escape para no sufrir con los testimonios. Pero, ¿qué escribía? No sabía. Nunca quise cruzar esa línea de intimidad. Estaba segura que ese momento surgiría.

Entonces pasaron los meses y doña Nitza seguía con su libreta en mano. Ayer no fue la excepción y, conociendo que el final de este caso criminal ocurriría, tuve que acercarme a la señora y preguntarle qué resguardaba en aquel cuaderno decorado con un mapa mundial. No era coincidencia, Arellys era amante de descubrir nuevos destinos y culturas.

“Es un diario que llevo de lo que ocurre en las vistas... es como si estuviera conversando con ella... es como un desahogo”, respondió con la voz entrecortada, mostrando simultáneamente unas fotos de su “Arellita” querida y una carta que le escribió en medio de una vista celebrada en febrero de 2020.

Charlamos un rato y contó que la libreta convirtió el dolor en palabras de aliento, de amor y de esperanza.

Traté de disimular el jamaqueón que sentí con aquella respuesta y lo que observaba.

Y es que me percaté que aquella señora de cálida voz, aún con todo el sufrimiento que carga en sus entrañas, jamás tuvo expresiones de coraje, rencor o venganza hacia el verdugo de su hija. Jamás. Ella solo buscaba paz.

De hecho, doña Nitza ha dicho en más de una ocasión que perdonó a Jensen. “Y, si él se arrepiente, papá Dios también lo va a perdonar”, comentó en varias instancias.

Luego de nuestra conversación, en el momento que la jueza Gema González declaró a Jensen culpable de todos los cargos que se le acusaban, doña Nitza abrió nuevamente su libreta. ¿Qué escribió? No sé. Pero se me erizó la piel. Esto es parte de lo que no se ve.