La farsa de la coparentalidad
“La situación que vive Alba, y que hoy toma relevancia por ser figura pública es probablemente la que viven otras madres”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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En días recientes el Tribunal de Primera Instancia de San Juan ordenó el desahucio de la abogada y exreina de belleza Alba Reyes y su hijo de apenas un año y siete meses. La controversia gira en torno a que el apartamento en el que ella vive con su hijo, que le pertenecía al padre del menor, fue vendido de un día para otro a una corporación creada por él para evadir su responsabilidad.
La situación que vive Alba, y que hoy toma relevancia por ser figura pública es probablemente la que viven otras madres que además de cargar solas con el peso de un hogar, también se ven oprimidas por un poder judicial que se ve obligado a ejecutar leyes basadas en un sistema patriarcal.
Ejemplo de ello, la ley de Hogar Seguro. Un estatuto que protege el techo de los menores que nacieron dentro de un matrimonio o que haya sido procreados en la convivencia. Es decir, la mujer que haya decidido tener un hijo fuera del matrimonio o fuera de lo que es el status quo de una convivencia, no tiene las mismas protecciones legales que gozan los hijos nacidos dentro de lo que esa ley establece.
Son leyes que no son cónsonas con el interés del estado de velar por la coparentalidad en búsqueda del mejor interés y bienestar del menor. Vemos una vez más como toda la carga, lejos de ser compartida, recae sobre la madre que decide traer su hijo al mundo. Como la Ley de Corporaciones facilita que se juegue con el estado de derecho y se utilice de manera punitiva por todas aquellas madres que enfrentamos la crianza sola de nuestros hijos.
Hablemos también de como el estado de derecho contributivo permite evadir, esconder y disfrazar lo que un padre puede aportar en el desarrollo y crianza de sus hijos. Cuando un niño tiene una necesidad, el padre custodio no tiene la opción de decir “No tengo, no puedo”. Está obligado a buscar los recursos y suplirlos. Para ese padre custodio no hay límite y tiene que cumplir con las necesidades de ese menor, so pena de ser enjuiciado y señalado por ser negligente en su crianza. Mas, sin embargo, aquellos que no están presente, tienen todo un armamento estatutario para evadir sus responsabilidades.
Hay mucho ruido para abogar por el derecho a la vida, pues hagamos frente a lo que tenemos en nuestras narices y dejemos de hacernos de la vista larga, aboguemos también, por nuestros seres vivos, por el derecho de nuestros niños, esos que padres abandonan y el estado de derecho los protege.
Muchos padres de apellido dando un paso para aplastar, pero una madre por sus hijos siempre da dos.