¡Jum!.. o cómo esta turba mató al “hijo de Trinidad” y a Alexa
El abogado Alejandro Soriano analiza la tragedia social del crimen contra la transexual asesinada en Toa Baja.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Por Alejandro Soriano Miranda, abogado
En la clase de Español de escuela superior, leí un cuento corto de Luis Rafael Sánchez titulado “¡Jum!”.
Ese cuento fue el primero que denunció el hostigamiento y discrimen por orientación sexual en Puerto Rico. El cuento trata de un joven negro el cual decide maquillarse y usar ropa de colores. En el pueblo, la gente lo comenzó a discriminar y lo insultaban y hasta sus más cercanos le “dieron de codo”. Afectado emocionalmente por los insultos de la gente, “el hijo de Trinidad” decide encerrarse en su casa y abandonar el pueblo. Mientras se disponía a marchar, el joven es sorprendido por sus vecinos y ahí comienza un ataque físico y verbal contra él. Uno de esa turba grita “vamo’ a “ajotarle’ los perros’. Aterrado, el personaje llega a un río y se suicida frente a sus acusadores.
El pasado fin de semana se corrió como pólvora en las redes sociales sobre una mujer transexual que alegadamente se acercó a otras mujeres de forma no querida en el baño de una tienda de comida rápida en Toa Baja, y cuya querella no fue debidamente atendida por la Policía. Como una bola de nieve, comenzó un ataque despiadado contra esta mujer, la cual tenía una condición mental y hace meses estuvo caminando sin rumbo, sin familia que la reclamara. La turba en las redes sociales “ajotó” a desalmados, quienes la mataron a traición, bajo acecho y en claro acto de odio el lunes de madrugada, y no conforme graban el vil acto.
Esa turba cobarde y criminal, la del cuento de Luis Rafael Sánchez y la que pululó este pasado fin de semana por las redes sociales so color de “moralidad”, incitando a “aplicar códigos de la calle”, es el resultado de un pueblo enfermo que mata con la palabra y con la pistola a aquellos que viven el dolor de una vida sin amor ni atención, o simplemente ir sobre aquellas y aquellos que quieren ser diferentes.
Y se mata, cuando en la familia maltratamos y hostigamos al hijo que tiene alguna preferencia o condición. Y se mata en el trabajo contra el que es “diferente”. Y se lacera en la radio, prensa y televisión de opinión cuando se le da paso a personas que fundan partidos políticos para odiar e incluso odian aquellos profesionales de la salud que todavía están programados en sus cerebros que la homosexualidad es una enfermedad mental.
Ahora nadie fue. Porque en Puerto Rico se persiguió e incluso se mató a personas por su ideología política y había chotas bien pagos por la Policía...pero nadie fue....
Porque se promueve y aplaude el maldito maltrato contra la mujer y se cuestiona por la misma Policía que las mujeres caminen de noche sola como a la querida Ivania Zayas...pero nadie fue...
Porque se promueve el saqueo, el desfalco de fondos públicos y dejar sin amparo a pensionados y trabajadores....pero nadie fue...
Porque aquí se mata el alma de tantas y tantos por su preferencia sexual...pero nadie fue...
Si Alexa hizo algo indebido como se alegó, había que insistir en que se atendiera su caso y se le detuviera, protegiendo la integridad tanto de élla como de las personas que se sintieron acosadas por su alegada conducta. Pero aprovechar el odio y discrimen por ser transexual, pedir su cabeza en las redes sociales, “ajotar los perros” para que la asesinaran....nos hemos convertido en cómplices. Y ahora nadie fue...
Pensemos en nuestros seres queridos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos, que están solos, aislados huyendo del dolor al rechazo. Reflexionemos sobre qué clase de sociedad estamos levantando. Y actuemos. Alguien necesita un abrazo, una orientación, una guía. Así no lamentaremos más ningún otro “hijo de Trinidad”, a más ninguna Alexa....
Colaboradores de diferentes sectores de la sociedad puertorriqueña analizan sucesos noticiosos al estilo de Primera Hora
Columnista invitado
Espacio de opinión sobre temas noticiosos y de interés para el País.