No me considero feminista, más bien “una mujer con un gran respeto por la humanidad”. En ese sentido, creo en la equidad y la base para ello es el respeto. A través de la historia, muchas mujeres dieron la lucha para lograr ponernos en la ruta correcta para seguir posicionándonos en equidad con los hombres.

Hace unos días leí sobre la lucha que están dando varias periodistas en un caso de discriminación contra los medios en donde trabajan. En otros escenarios, vemos esas mismas luchas, entre ellas, la de las actrices por igualdad de salario y reconocimientos con sus compañeros actores y muchas mujeres que siguen luchando por igual paga por igual trabajo. A través de mi trayectoria profesional, me he sentado a mesas de trabajo en donde hombres prepotentes levantaron la voz más fuerte para que la mujeres presentes nos sintiéramos amedrentadas. Gracias a que me crió una mujer con su estima y valor bien cimentados, aprendí desde pequeña que “nadie tiene derecho a creerse superior y mucho menos a lastimarnos y sobre todo, porque nadie está por encima de nadie”.

Mi vida cambió en la última década. Entré a un mundo político, en donde la mayoría son hombres. No porque así los hombres lo hayan decidido, o tal vez sí a través de la historia. De por sí resulta bien difícil para una mujer adentrarse a una campaña siendo madre, esposa, hija y “ama de casa”. En ocasiones seguimos posponiendo decisiones como ésta y cuando ya estamos listas para hacerlo (porque nuestros hijos ya crecieron, se ha convencido al esposo, nuestros padres ya no están, entonces “estamos viejas” para entrar al ruedo político y con una crueldad disfrazada nos los dicen de todas las maneras. Por ello respeto tanto a todas esas mujeres que superando todos los obstáculos de han puesto al servicio de nuestro país.

Soy mujer, profesional, mi primera campaña fue para Representante y ya tenía 54 años. Entonces no sentí ese discrimen por edad tan abiertamente. En mi primera campaña para la alcaldía ya con 58 años, si fue una campaña muy dura. Desde los 18 años milito, de una u otra manera activamente en mi partido, y he escuchado muchas veces, no debería entrar al ruedo político, solo por ser mujer. En la campaña me dijeron de todo “vieja, momia, tiene que estirarse y cuantas cosas más” que no se le dice a los hombres. Solo la estima y la confianza dan seguridad en momentos como esos. Juramenté a los 60 años y hay que ver cuantas veces, tanto hombres como mujeres me dicen “ay si usted se ve más joven en persona”; “que linda, en televisión se ve mayor (como si una mujer mayor perdiera su hermosura). Ah y qué cuando me dicen “estírate aquí o allá, que no es malo, si es que uno así lo quiere”.

Me tocó dirigir a mi pueblo en momentos muy difíciles, tormentas, marejadas, terremotos y la pandemia. Lo hicimos con la pasión y la energía que nos caracteriza. Me han dicho “atendiste las crisis como cualquier hombre”, siempre respondo, lo atendí como una mujer fuerte y valiente.

Comenzamos un nuevo termino ya a los 64 años, no tienen idea de las personas que me dicen “ya es hora de que te vayas a descansar, a viajar a disfrutar de tu esposo y hogar. Cuando los escucho solo pienso “y quien les dijo que ya yo no quiero trabajar”. Mujeres y hombres deben de trabajar hasta que lo decidan y al igual que la edad no es “un estigma para los hombres no tiene porque serlo para las mujeres”.

Nada más “tirante” que escuchar “en ese comité debe de haber una mujer”, no por sus capacidades, sino para que haya una, o “dale la oportunidad, que es mujer, para que suavice el ambiente”.

Hace unos meses un compañero y amigo alcalde me dijo “él es como una dama”, lo mire fijamente y le dije “por débil o por fuerte”, se hecho a reír y me dijo “entendí no lo vuelvo a decir”.

Ciertamente, hemos avanzado, pero nos falta demasiado. Mujeres seamos solidarias, respetémonos las unas a las otras. Las luchas de las mujeres por sus derechos han sido muchas y en ocasiones muy crueles, pero gracias a esas luchas estamos en la ruta correcta para “empoderarnos”, “liberarnos” y sobre todo lograr la equidad que buscamos, no por ser mujeres, sino porque hombres y mujeres tenemos que tener los mismos derechos. Ciertamente hay diferencias físicas entre hombres y mujeres; pero esas diferencias no pueden limitarnos a ningunos y para ello seguir educando sobre respeto y equidad es esencial.

Soy mujer, alcaldesa de Loíza, tengo 65 años y juramentaré nuevamente como alcaldesa a los 68 años; porque tengo los mismos derechos y sigo luchando por la equidad en todos los esecenarios. Porque hemos avanzado, pero falta demasiado.