El descomunal, insoportable y desesperante tapón por el cierre del Atirantado
Pobre de aquellos que tienen que transitar por la carretera vieja todos los días.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Ayer era uno de esos días lindos en los que mi mamá adornaba cada rincón de mi casa. Su presencia, que viene llena de sus ocurrencias, da un brillo especial a estas cuatro paredes.
Después de varias horas, y cuando terminé mi jornada laboral, decidí llevarla a su casa en Naranjito. Sí, el Pueblo de los Changos, el mismo que entró en crisis cuando anunciaron el cierre del Puente Atirantado que, de hecho, entró en efecto ayer.
Pero como típico boricua, y naranjiteño adoptado por Bayamón, no cogí miedo y decidí iniciar la travesía pocos minutos antes de las 4:30 de la tarde. (No se rían, por favor)
Este viaje, que debería ser considerado un deporte extremo, comenzó cercano al área de Bella Vista, en el llamado “Pueblo del Chicharrón”.
Todo era lindo hasta llegamos al semáforo de la PR-167 cercano a la Universidad Interamericana; eran aproximadamente las 4:35 de la tarde. En ese momento ya el tapón era “bumper” con “bumper” y estaba más lento que un suero de brea. Solo restaba hablar y entretenernos con un poco de música, mientras veíamos a conductores meterse de cantazo a otros carriles sin poner la señal, pero esa es otra historia.
Ya había pasado media hora y aún estábamos cerca del 8, y quienes conocen esta ruta saben que del semáforo que comenté antes hasta el famoso lugar de donas toma cerca de un minuto, pero ayer conllevó más de media hora. Era horrible, pero seguíamos fluyendo.
Pero la fluidez comenzó a minimizarse y el desespero empezó a llegar cuando un locutor de una emisora dijo que una persona que transitaba de Bayamón hacia Naranjito se comunicó con él y le dijo que llevaba dos horas y 20 minutos en el tapón y aún no había llegado a suelo naranjiteño. Eso no era nada chistoso cuando ya llevabas más de 40 minutos en el tapón y ni tan siquiera estábamos a mitad del camino.
Como si fuera poco, nos tuvimos que detener en el centro comercial de Los Palacios para comprarle comida al perro de mami, Vani, que según ella, ya se le estaba acabando, pero estoy seguro que daba para tres o cuatro días más... pero anyways, me bajo en esta farmacia de cadena y para mi sorpresa no había un alma allí, solo los empleados y yo. La pobre cajera estaba esperando que algún ser entrara para ella ejercer su labor.
Cuando pagué, entré en conversación con ella, nada raro para mí que hablo con todo el mundo. Hablamos del tapón por el cierre del Atirantado y me dijo: “muchacho, eso es lo que tiene esto aquí así de vacío. Yo llevo varios años trabajando aquí y es la primera vez que veo esto así. Eso del cierre del Atirantado nos va a afectar las ventas”, soltó la empleada.
No sé si será cierto o no eso de las ventas, pero en lo que sí le creo es en lo vacío que estaba el lugar, porque he ido decenas de veces a esa farmacia y siempre está movidita.
Salimos de Los Palacios en ruta nuevamente a la PR-167 y el tapón era peor que el del 8. Los conductores formaban tres líneas en un solo carril, mientras agentes de la Policía pasaban en motora, monitoreando el tapón, pienso yo, porque no estaba pasando nada más. Otro agente daba tránsito en el área de la urbanización El Zorzal. Allí era el tremendo reguerete, por no mencionar otra palabra.
Y con mucho respeto, agentes, pero su presencia y dirección ayer como que no ayudó mucho, porque donde realmente debía estar solucionando, no había orden y no estoy echando culpas, caramba era el primer día de cierre del puente, así que espero que de hoy en adelante la cosa mejore. Igual aplaudo su labor, no es fácil dirigir el tránsito.
Después de media hora, nos montamos nuevamente a la PR-167 y seguimos por la llamada carretera vieja nuevamente “bumper con “bumper”. Ya eran más de las 5:00 de la tarde y el hambre comenzaba a apretar. Era solo lo que le mencionaba a mami: “Qué hambre tengo” y como madre al fin sacó de su cartera unas almendras que nos comimos entre los dos.
“Pobre de los que trabajan en el área metropolitana y tengan que coger este tapón todos los días por no sé cuánto tiempo”, le dije a mi santa madre.
La Autoridad de Carreteras y Transportación estima aproximadamente sean dos años, pero ajá, sabemos como es esto, aunque no perdamos la fe.
Seguimos chinguín chuinguín y la cosa fue mejorando después de pasar la entreda del barrio Dajaos en Bayamón. Ahí el tapón ya era un poco más liviano. En varios minutos llegamos al famoso Puente Plata y de ahí seguimos hacia nuestro destino; Barrio Nuevo en Naranjito.
Allí llegamos casi a las 6:40 de la tarde. Para que tengan una idea, cuando el Puente Atirantado estaba abierto yo me tardaba de mi casa a la de mi mamá entre 15 a 20 minutos. Ayer ese trayecto me salió en 2 horas y 10 minutos, aproximadamente.
Solo pienso en esas personas que salen cansados de trabajar y tienen que meterse a ese horrible tapón. A ustedes, un abrazo fuerte, aunque sé que eso no es suficiente.
A los alcaldes de Bayamón y Naranjito, traten de buscar más soluciones a esta temporera problemática. Sé que pueden hacerlo.
Y a la Autoridad de Carreteras y Transportación: metan mano, hagan las cosas bien y dejen ese puente de show para que cuando lo reabran, no lo vuelvan a cerrar 15 años después porque hay que arreglar una chapucería.
¡Seguimos!
Periodista con 10 años de experiencia. Egresado de la USC en Santurce. Trabajo para GFR Media desde 2010. Nací en Bayamón y me crié en Naranjito. Soy el tercero de 5 hijos y tío de 10. Hablador compulsivo, amante del gym, del buen café, los viajes, la música y de reír.
Millenial con orgullo.
Columnista invitado
Espacio de opinión sobre temas noticiosos y de interés para el País.