Les escribo esta carta públicamente, pues sus edades aún no comprenderán mis palabras. Sin embargo, mientras llega el día en que ustedes las lean, intento crear conciencia para promover un mejor futuro para ustedes.

Mi niño, mi niña, no tienen idea de cuán feliz soy desde que supe que llegarían a este mundo. No obstante, hoy vivo con el temor que me inunda por la clase de sociedad en la que les hemos traído.

Mientras escribo esta carta, hay familias que sufren la muerte de una de las mujeres de su núcleo. Este año van 18 las mujeres que han fallecido por una intensa ola de violencia contra la mujer. No solo las familias de ellas, las familias de sus asesinos también sufren la vergüenza y la separación de aquellos que, a pesar de todo, siguen siendo parte de sus núcleos.

Quisiera que la realidad sea otra. Quisiera que el amor al prójimo del que nos habló el Señor sea manifiesto en cada ser humano y que ese Dios que hoy les enseño a amar no sea mal utilizado por algunos sectores que olvidan los ejemplos de Jesús, quien no discriminaba ni aún a quienes le señalaban.

A ti, mi niña, que apenas tienes seis meses de nacida, solo te pido que cuando leas esto nunca olvides que he hecho todo lo posible por dejarte una sociedad que no te discrimine por ser mujer. Que vivo aterrado de que algún desalmado quiera hacerte daño por no saber respetar tus límites.

No permitas que ningún hombre intente pisotearte, porque se sienta superior a ti. No eres menos y tampoco más que nadie. Solo te pido que lo que aprendas en tu casa, especialmente el sentido de justicia de tu madre, lo uses en favor de otras mujeres que quizás crezcan en familias donde el machismo es el centro del hogar.

A ti, mi niño, tus dos añitos tampoco te permitirán entender la tristeza que hoy siento. Te pido que nunca olvides todo lo que te hemos enseñado, especialmente el respeto con el que trato a tu madre y a tu hermana. Dedícate siempre a ser un hombre de verdad, ¡nunca seas un macho!

Estoy lejos de ser un hombre perfecto, tú también. Sin embargo, nunca olvides que no eres superior a ninguna mujer, tampoco menos; son seres humanos y punto. Que la sensibilidad y el respeto sean tu gasolina en cada situación de vida y cuando te dirijas a una mujer, nunca olvides que tienes una madre y una hermana.

Ojalá que cuando puedan comprender esto, la muerte de las víctimas por violencia de género haya provocado la suficiente indignación para levantarnos como sociedad y ponerle un alto a esto.

Ojalá que las voces de la Iglesias sean dirigidas a hablar de esperanza para toda la humanidad, en vez de cerrarle las puertas a quienes sufren y perpetuar el machismo, sacando de contexto textos bíblicos.

Ojalá que no tengan que luchar más por esto ustedes, aunque confío que, de ser necesario, lo harán.

Con amor, papá.