Curiosamente el mes de junio se conoce como el “mes de las novias”. Por tal razón quiero comenzar este sexto mes del año recordando a una artista muy especial: Libertad Lamarque.  

Nació en Rosario, Argentina, allá por el año 1908. Desde los siete años comenzó a actuar y en la década de los años 20 fue firmada como artista exclusiva de la compañía discográfica RCA Víctor.  Sus primeras actuaciones datan del cine mudo argentino, no obstante, junto a Tita Merello le corresponde el honor de haber realizado la primera película sonora de su país natal.

Libertad fue una de las mayores exponentes del tango y sus películas estaban cargadas de emoción, ternura, vivencias y llanto. Bueno, con decirles que ella misma se llamaba “la reina de la lágrima”.   

Luego de filmar La cabalgata del circo, en donde tuvo dos encontronazos con la actriz Eva Duarte, Libertad se vio obligada a abandonar su país y convertirse en la figura más importante de la tierra del glorioso San Martín, al tiempo que Duarte se convertía en la primera dama de Argentina. 

En Cuba sería una de las figuras mejor pagadas en la televisión, ganando mil dólares por presentación. Luego viajó a República Dominicana, Puerto Rico y México, que se convirtió en su segunda casa. Con 65 películas y 76 años de carrera profesional es considerada la actriz argentina de mayor carrera internacional.

Allá para los años cuarenta visitó por primera vez nuestra isla. Apoyada en la fama de sus películas y su maravillosa voz, había cultivado una fanaticada que al pisar suelo boricua le dio una bienvenida sin precedentes.  Desde el mismo aeropuerto la esperaban cientos de admiradores que acompañaron su trayectoria en un carro convertible rojo hasta la alcaldía de San Juan. Como todavía no llegaba la televisión a Puerto Rico, la radio y el teatro fueron sus escenarios.

En aquel entonces, el comediante Jesús Rivera Pérez, conocido por su personaje de “Manomeco” en Los jíbaros de la radio, sería el responsable de escribir el espacio de comedia costumbrista que Libertad presentaría en sus actuaciones teatrales.  En la misma, Libertad aseguraba que era puertorriqueña y “Manomeco” la llamaba mentirosa. Ella estableció que había nacido en la isla de Vieques y que estaba buscando a su hermano para cocinarle un mofongo, cuchifritos y papas. Tanto dijo que había nacido en Vieques, que quiso conocer la Isla Nena y cual fue su sorpresa cuando en la isla municipio la esperaban el alcalde y el pueblo para aplaudirla y saludarla.

Ese año de 1946 fue nombrada “hija adoptiva de Vieques” en una resolución firmada por el entonces alcalde, Antonio Ávila.

Con el paso del tiempo, cuando nos visitaba, siempre daba un viaje a Vieques. Por tal razón fue nombrada en distintas ocasiones “hija predilecta” y finalmente “hija auténtica”.  Así fue cimentando su relación con la pequeña isla.  Su relación con Puerto Rico fue sincera, profunda y evidente. Fue una gran intérprete de compositores como Rafael Hernández, Noel Estrada y Pedro Flores. Fue como una hermana para Ruth Fernández y en varias ocasiones la acompañó en los telemaratones que se realizaban en Nueva York para los niños y adultos lisiados.  Venía al teatro y a la televisión, y se sentía a gusto con los boricuas que la aplaudían, la seguían y la admiraban tanto en la Isla como en Nueva York.

Nunca dejó de trabajar. A los 90 grabó una colaboración en una producción de Enrique Chía y a los 92 actuaba en la telenovela Carita de Ángel, donde enfermó. Una neumonía le ocasionó un paro respiratorio que terminó con la vida de la mujer que honró a su tierra, fue conocida como “La novia de América” y para nosotros una hija de Vieques nacida en la Argentina.