Don Rafael Quiñones Vidal: ¡Pícalo gallo!
“Tenemos que abrir nuevamente las puertas del talento a jóvenes que tienen ilusiones, pasión, entrega y que genuinamente merecen un espacio por sus dones y no por sus escándalos”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
PUBLICIDAD
Siempre que tengo la oportunidad de recordar a don Rafael Quiñones Vidal me parece verlo llegando a su programa de radio o de televisión con aquella sencillez, ternura y alegría que sólo él poseía. Don Rafa, como le decíamos todos, siempre fue un amigo de los nuevos talentos. Por su programa desfilaron varias generaciones de artistas que tuvieron la primera oportunidad de presentarse ante un público, cantar, declamar, tocar un instrumento o animar.
Tribuna del arte, en radio para aficionados y en televisión para estrellas que componían el pentagrama artístico de nuestra Isla. Nacido en Mayagüez, este gran hombre de verso elocuente, florido y profundo convirtió sus producciones en verdaderos espacios de exposición y capacitación de jóvenes y adultos talentosos que soñaban con ser parte de ese firmamento boricua de artistas queridos que retrataban las páginas de nuestra cultura.
Llegar al radioteatro de Quiñones Vidal era sentir que comenzaba a realizarse el sueño de ser artista. Cada semana se presentaban talentos que, acompañados por las guitarras de figuras como Tomás Rosario, Pedro Crespo o Maneco, entonarían sus mejores notas para que el presentador los evaluara y les obsequiara su “pesetita voladora”. Al principio había un campanazo que sería el juez y si se escuchaba terminaba con tus posibilidades de triunfo y te regresaba al salón de ensayos porque no estabas preparado. Con el tiempo, el campanazo desapareció y la entrega de pesetas en cantidades de tres y ocho te iban haciendo el camino para el primer premio que te garantizaba la entrada a la final, que se transmitía cada año el día de las madres en su programa televisivo.
Por Tribuna del arte desfilaron cuando aficionados cientos de estrellas como Bobby Capó, Felipe “La Voz” Rodríguez, Julito Rodríguez, Guillermo Venegas Lloveras, Rey Francisco Quiñones, Tuti Umpierre, Maso Rivera, Raúl Carbonell, Ramito, Yomo Toro, Miguelito Alcaide, Mario Pabón, Luís Miranda, Daniel Santos, Sonia Noemí, Carmen Delia Dipini, Milagros Carrillo, Josean Acevedo, Mercedita Urbina, Raymond Torres Santos, Karim, Irma Bruno, Yolandita Monge y muchos nombres importantes. Desde boleristas hasta cantantes líricos. Y no olvidemos El batey auspiciado por la mueblería Rivera Vega. Para don Rafa esa hora de trovadores era sagrada. Desfilaban por allí grandes trovadores como Priscilla Flores, la alondra de San Lorenzo; Joaquín Mouliert, Matilde Narváez y muchos más. Todos buenos.
El sábado pasado mientras realizaba la bohemia del Colegio de Actores, justo en la calle Cerra, en la parada 15, miraba aquel edificio donde se realizaba el programa y la nostalgia fue inmediata e inevitable. Cuanta falta nos hace que existan figuras como Quiñones Vidal. Que crean en el talento, nos ayuden a pulirlo y que no sean artistas de trece semanas para sacarle dinero a un programa y luego olvidar a los que depositan sus sueños en esos espacios que desaparecen junto con ellos. Tenemos que abrir nuevamente las puertas del talento a jóvenes que tienen ilusiones, pasión, entrega y que genuinamente merecen un espacio por sus dones y no por sus escándalos. Estoy convencido que sucederá y muy pronto.
En cuanto a Tribuna del arte en televisión siempre fue un programa de excelencia en donde artistas locales, bailarines y figuras internacionales engalanaban la pantalla televisiva. Don Rafa, junto a su hija Aida, mantuvieron una fórmula exitosa, familiar y fina que hizo de su espacio uno favorito. Se les recuerda, se les extraña y se les añora. Nos hace falta escuchar aquellas palabras que daban comienzo a ambas producciones: “En el aire Tribuna del arte. El programa donde Puerto Rico canta y habla”. Nos hace falta el ballet de Nydia Rivera, el Chocolate Cortez, el alcoholado Superior 70, el arroz Valencia y hasta el tónico Carey con hipofosfito de cal y sodio. Falta escuchar las palabras de Krishnamurti y poder sentarnos frente al televisor a disfrutar de un programa que una a la familia por su calidad y buen gusto.
Anímense productores. Es hora de comenzar a escribir nuevas páginas con un relevo generacional de talentos que están ahí, pero por no hacer escándalos o mostrarse con poca ropa, todavía no los hemos descubierto. Hasta la próxima.