Cary Oliver: “La hora de la aventura”
"Ha realizado programas de viajes, teatro, radio; ha sido hasta la reportera de las condiciones del tiempo y en los últimos diez años se fue a Nueva York y estudió para convertirse en estilista de mascotas".
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Después de este fenómeno atmosférico llamado María no nos toca otra que comenzar a reinventarnos como personas, como país, con nuevos bríos y esperanza.
Cuando pienso en todo eso, viene a mi mente el nombre de Cary Oliver, quien siempre ha sabido reinventarse para salir adelante. Comenzó a trabajar siendo muy joven en su natal Cuba, donde entró en el mundo de los melodramas de la televisión y el teatro. Luego se estableció en Nueva York y por su talento se le abrieron las puertas de la televisión en español.
Trabajó en cine cuando fue invitada a participar en Nueva York en la película “Popa”, protagonizada por Lilia Lazo, quien creó el personaje para la televisión y fue tal el éxito que en la ciudad de los rascacielos el productor Gaspar Pumarejo quiso darlo a conocer produciéndole un programa a través del canal 47.
Ahí nació el personaje de “Tía Palunga” que ha acompañado a Cary por casi 50 años. En la segunda temporada de “Popa” en Nueva York, este programa fue el primero a colores que se produjo en español. De ahí al teatro y, posteriormente, al cine con una película coprotagonizada por Rogelio Guerra.
Cary llega a Puerto Rico a principio de los años 60 y entra en Wapa Televisión para actuar en la novela “Gabriela y Belinda”, protagonizada por Camille Carrión y Rosita Perú.
A Cary la comedia la hace brillar. Tiene ritmo, agilidad y brillo. Así se fueron dando oportunidades junto a Guillermo de Cún en sus programas. Participó junto a Gilda Galán en la obra satírica “El pianista en el tejado”, escrita por Alberto González en la época en que don Luis A. Ferré era el gobernador de Puerto Rico.
Con la compañía Promotores Asociados de Rafael Fusaro, Cary comenzó otra etapa en su vida como animadora de programas infantiles.
Participó junto a Alba Nydia Díaz y Ana Oliveras en “Un rayo de sol” con un elenco respaldado por Raúl Xiqués, Vicentico Morales y Lily Rosado, y se convirtió en la “Agente Z”, la última animadora de “La hora de la aventura y Marvel super héroes”. Originalmente, este programa de Wapa Televisión había sido animado por Ángela Meyer como la primera “Estrella Galaxia”, luego Awilda Carbia se convirtió en la segunda “Estrella Galaxia” y Myraida sería “Estrellita” para animar los matinales sabatinos.
No obstante, Cary fue cambiando el concepto original de “La hora de la aventura” y se convirtió en un periodismo de interés humano más que un personaje fantasioso proveniente de otro universo.
Esto hizo que Bill Pérez, gerente de Wapa, se interesara en la actriz para darle un espacio con reportajes especiales en Noticentro. Fue allí que volvió a demostrar que podía hacer cosas que nadie había hecho hasta entonces. Fue la primera en presentar en pantalla una operación de corazón abierto, un trasplante de riñón, una cirugía plástica de rostro, de senos, de nariz y hasta una operación de remoción de juanetes. Realizó además sendos reportajes sobre “El costo de morir” y “Embalsamamiento en Puerto Rico”.
La “Tía Palunga” volvió a las andadas junto a Luis Vigoreaux y Lydia Echevarría en “Pa’ arriba papi, pa’ arriba”. Y al lado de Elín Ortiz, volvió a sentirse viva en la comedia trabajando en los programas de Charytín, “Domingo espectacular” y “Los suegros”.
Como ya les dije, Cary tiene una capacidad única para reinventarse. Ha realizado programas de viajes, teatro, radio; ha sido hasta la reportera de las condiciones del tiempo y en los últimos diez años se fue a Nueva York y estudió para convertirse en estilista de mascotas. Es en esta faceta que se ha mantenido porque los animales le encantan.
Hoy, cierro con esta Nostalgia Alegre este ciclo de columnas que gracias a los amigos de Primera Hora he podido traerles cada semana. Recordar no hace daño, por el contrario, mantenemos la esperanza, la añoranza y volvemos a retratar en nuestra conciencia a quienes han sido importantes en nuestro desarrollo como individuos. Gracias por su complicidad y compañía.
De seguro nos volveremos a leer. Hasta pronto.