Mi primera vez...
Yo siempre le doy las gracias, le dije, sí, gracias porque aportó un grato recuerdo para el resto de mi vida.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
PUBLICIDAD
Esta vez escoges tú, le insistí. Mira con detenimiento, observa un rato, no actúes por impulso. Aquí toda acción cumple un propósito. Repasemos, le dije, con la intención de traerla a su presente y enfocarla. La idea es vincularte con esa personita que esta noche, en este, tu lugar de jangueo favorito, te llame la atención.
¿Lista?, le pregunté, ya que había llegado el día de nuestra salida. Siempre imaginé que la primera vez de lo que quiero llamar “coaching cachondo” sería para una dama. Primero porque somos más, muchas más, y luego porque ellos se tardan en aceptar para luego actuar. Lo bueno es que finalmente aparecen.
Así pasó en mi clínica, al principio eran ellas quienes llegaban, luego ellos con ellas y ahora ellos llegan solitos también deseando ser mejores en y fuera de la cama. Pues allí estábamos, pero en esta ocasión con una intención bien específica: ensayar.
Esta es la tercera cita de tu coaching de seducción con test de personalidad incluido, le recordé. La primera fue para aprender, la segunda de observar y esta tercera es para ensayar. Observa, presta atención, mira a tu alrededor, identifica qué y quién te atrae, y por qué. Escúchate y repasa lo aprendido. Encárgate de que cada uno de tus pensamientos aporten gratificaciones a este momento.
Así seguimos, ella mirando y yo, bueno, yo también, mientras la cháchara de risas y anécdotas continuaba hasta que no sé cómo surgió el tema: mi primera vez, esa primera experiencia sexual, sola y acompañada. La mía, la tuya, la de tus parejas, la de tus hijos e hijas, ahijados, en fin, todos y todas y de lo que nunca se habla. Ahí, cada quién narró su historia y cómo la recordaba.
Yo siempre le doy las gracias, le dije, sí, gracias porque aportó un grato recuerdo para el resto de mi vida. Pudo haber sido diferente, malo, desesperante, frustrante y, sin embargo, para mí es digno de recordar. Y digo gracias porque en terapia he escuchado muchas historias tristes que todavía están presentes en la vida y ejecutoria sexual de quienes vivieron esas experiencias. Esa persona no está cerca, bueno, no tan cerca. Amigo de toda la vida, consejero y buen bailador, cada quien con su vida hecha y ambos como protagonistas en una parte de nuestra historia.
Un brindis con nuestras bebidas favoritas, ella un martini y yo una mezcla de ron con coco y jugo de piña, bueno, tiene que ser dulce qué les puedo decir, nos regresó al presente y ¡zas!, ahí estaba el interés de la noche. El ensayo empieza ya, le dije. Yo soy tu público, a improvisar y fluir, de eso se trata. Siente, esa es hoy tu mayor encomienda. Al ratito me voy, luego me cuentas. De su parte, una sonrisa pícara selló la intención...