Si gimes es que te gusta, yo lo sé, te conozco, me dijo él con tal certeza que hasta por poco me lo creo.

No tiene idea, pensaba yo, mientras de lejos le escuchaba sus disparates. Jamás sabrás lo que de verdad significan mis gemidos, pensé, tratando de acallar su voz en mi mente para olvidarme de lo que decía, carente de sentido o verdad. Si supieras que soy parte de esa nefasta estadística de la que tanto hablan, de ese 66% de mujeres que gemimos justo en ese momento en que pensamos que ya ustedes están a punto de terminar y lo hacemos para ayudarles y que avancen, que terminen de una vez y ya. O de ese otro 87% de nosotras que gemimos para que ustedes varones se crean que lo están haciendo bien y con ello alimentamos vuestra autoestima. 

Si supieras, pensé, no estarías presumiendo de tanto por nada. Qué poco saben de sexo, del placer, de seducir, de volverme loca, qué poco. 

Pero claro, entendible, ya que su fuente de información era y sigue siendo la pornografía. Así que, si ellas gimen, nosotras también, pensé, mientras trataba de representar mi papel a la perfección.

Comportamiento aprendido, expectativa de ellos de lo que debe pasar en ese acto sexual, pensé. Se supone que gemir significa que me está gustando, una vocalización femenina copuladora que surge de adentro, pero para denotar mi placer, no el de ellos, gritaba mi voz interna. Sirve de estímulo a la pareja, lo sé, volví a pensar, pero y el mío, ¿dónde lo busco?

Esta última frase ya la sentía como un martillar en la cabeza, la costumbre de siempre hacer lo mismo y fingir ya no permitía reconocer mi realidad. Total insatisfacción sexual y punto. De repente recordé cuando gemía por tanto placer, era un gemido que salía del alma. Gemidos que son una expresión de placer que sirven para reforzar una conducta y guiar a la pareja, pensé, no para complacer sin complacerme. ¿Qué nos tiene tan distantes, qué me mantiene en la mentira? 

De repente algo pasó, algo se apoderó de mi mente para advertir y mostrar la diferencia, el regresar a ese momento digno, irresistible, donde el gemido sí es sinónimo de placer y total satisfacción.

Concéntrate, me dijo la voz, estáte atenta a lo que sientes y verás que tu cuerpo responderá sin esfuerzo. Siente, es todo lo que tienes que hacer. Vacía tu mente, no te predispongas, vigila en qué estás pensando mientras quieres placer y verás qué fácil conquistarás la destreza de ese acto sexual, uno digno para adorar. De repente, sentí una paz inconfundible, desde adentro algo decía que sí, que lo podía hacer por y para mí, por y para los dos…