Último turno al bate
Ferdinand Pérez habla en arroz y habichuelas sobre la gran cantidad de dinero asignada a Puerto Rico.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar para resolver los problemas fundamentales que nos han agobiado por décadas en Puerto Rico?: la transportación de Vieques y Culebra, los boquetes en las carreteras, la falta de dragado de los embalses, la necesidad de mejoras significativas al sistema de energía eléctrica, la renovación de cuarteles de la policía; además de la falta de nuevos y modernos equipos para los miembros del componente de seguridad pública. Igualmente, lograr el establecimiento y mantenimiento de escuelas renovadas con alta tecnología, un nuevo hospital de trauma a prueba de terremotos y huracanes con independencia energética y de agua potable.
Finalmente, y no menos importante, reducir la pobreza extrema que enfrentan los más vulnerables en nuestra sociedad. Estos son solo parte del catálogo de problemas que nunca acabamos de resolver.
Ciertamente, nos encontramos en una coyuntura histórica muy favorable para Puerto Rico. Por primera vez, la excusa de falta de dinero pronunciada por los políticos electos durante las últimas décadas no será un problema en los próximos años. ¿Nos dará con $50,000 millones?
Todos los expertos que he entrevistado recientemente nos aseguran que con ese dinero podemos hacer un nuevo Puerto Rico. Algunos plantean que podrían ser mucho más de $50 mil millones lo que podríamos estar recibiendo y que para poder gastarlos necesitaremos cerca de 10 años de trabajo intenso, construcción y desarrollo. Para que tengan una idea del impacto que tendrá este dinero en el País, les hago el siguiente análisis.
En la AEE se invierten cerca de $200 millones al año en infraestructura y en muchas ocasiones no consiguen la mano de obra suficiente para poner a correr todos los proyectos de esa inversión. Imagínense entonces lo que pasará cuando esa misma autoridad reciba los $10,500 millones de FEMA y saque subastas anuales por aproximadamente $1,000 millones.
Esos mismos expertos plantean la llegada de decenas de compañías extrajeras y el agotamiento de casas y vehículos de alquiler, cuartos de hotel, más enormes oportunidades de negocios en todas las demás áreas económicas del País. Lo mismo ocurrirá con los más de $3,000 millones que tiene el Departamento de Educación, los más de $20,000 millones asignados para todos los programas de vivienda, más súmele los miles de millones que tendrán la AAA, los municipios y demás agencias gubernamentales.
Mis amigos, cuando todas estas agencias pongan a correr solo un 10% de todo el dinero que tienen asignado veremos un movimiento económico sin precedentes en la historia de Puerto Rico, lo que podría reducir como nunca antes el desempleo y cambiarle la vida a miles de personas.
Las grandes interrogantes son: ¿se utilizará adecuadamente este dinero?, ¿llegará hasta su destino final?, ¿lograremos hacer las mejoras, construir lo que necesitamos, acabar con décadas de problemas o se lo comerá la burocracia y corrupción? Han sido tantas las decepciones que nos obligan a dudar y no confiar hasta ver la obra.
Este es nuestro último turno al bate. No será fácil volver a contar con esas cantidades de dinero. Por eso no podemos mirar para el lado, no podemos lavarnos las manos, tenemos que formar parte de esto, ya sea trabajando, edificando y fiscalizando el desempeño del gobierno para no fracasar.
Yo voy a Puerto Rico. Esto es trabajo de todos.