Querida Milena…
Ten claro que no eres propiedad de nadie, pero tampoco debes tratar a otros como tu pertenencia.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Desde tu nacimiento mi perspectiva de vida cambió. Desde entonces, vivo, lucho y aspiro a grandes cambios para ti y generaciones venideras. La maternidad abrió mi corazón para el amor más puro, me enseñó lo que es la entrega sin limites y me convirtió en una guerrera. Tu llegada al mundo significó una evolución en mí. ¡Gracias! porque eso te lo debo a ti, mi pequeño tesoro.
Sin percatarme, una de esas primeras luchas, fue la creación del vídeo blog Diarios de la Teta. Jamás imaginé que un desahogo personal junto a mi doula, Eugenia, sobre mi experiencia con la maternidad se convertiría en una plataforma semanal para educar a otras madres a luchar por sus derechos en el proceso de embarazo, parto, lactancia y en la crianza. Desde el embarazo vemos cómo se violenta el deseo de la mujer a tener un parto respetado. En muchas ocasiones, se ignora la voz de la mujer sobre lo que desea y aspira de un momento tan maravilloso…bueno, sí y doloroso. Tenemos que escuchar a la mujer. Y si entro en el tema de la lactancia pues, no termino. Qué mucho se juzga a la mujer que desea lactar y también a la mamá que decide que la lactancia no es para ella. A veces somos terroristas de la lactancia. A las que decidimos dar la teta se nos critica por lactar dónde sea. Llegan las preguntas: ¿Y la vas a lactar aquí?, ¿la teta realmente la alimenta?, ¿Hasta cuándo la vas a lactar? Durante este proceso, apoyemos y no juzguemos. Ese fue mi propósito en los Diarios de la Teta, crear una red de apoyo y de acompañamiento para otras mujeres. Eso, te lo debo a ti, Milena.
Otro frente de batalla que doy desde mis trincheras, y en parte por ti Milena, es hablar de la violencia de género. Busco dar espacio para generar el diálogo que merece la violencia de género desde todas las plataformas a las que tengo el privilegio de participar. Te confieso que este tema se ha obviado en mi familia porque ¿a quién le gusta hablar de que fue víctima de violencia doméstica? Es difícil abrir el corazón ante el temor de ser juzgado. Por ahora, te diré que en mi crianza vi a mi padre ser violento con mami. No abundo más, sobre este detalle porque no tengo el permiso para abrir un capítulo doloroso en la vida de mi familia. Pero sí tengo permiso para denunciar un problema social que nos aqueja en Puerto Rico y que merece ser atendido por múltiples frentes. Ya se declaró un Estado de Emergencia y, ahora, esperamos la implementación de una política pública necesaria desde el Estado para ver cambios a corto y a largo plazo.
Me voy a enfocar, en uno que para mí es el reto mayor: la implementación de un currículo de perspectiva de género en las escuelas. La educación, indiscutiblemente, es una herramienta de transformación. Si queremos generaciones de hombres y mujeres que se respeten mutuamente ésta es la clave del cambio. En nuestro hogar, te educamos y vivimos la equidad de género. De eso no hay duda. Sin embargo, nuestra experiencia no es la de muchas familias en Puerto Rico. Hay entornos familiares con ausencia de valores. Y si los menores no reciben un buen ejemplo en el hogar, aquí es donde entra el núcleo escolar para jugar su papel de educar. Cuando hay un patrón de maltrato hacia un menor el Estado interviene ¿por qué entonces no hacerlo también cuando hay ausencia de educación en el hogar sobre equidad de género?
Observo cómo tus maestras siembran la semilla del respeto entre sus alumnos. Inculcan el amor por diversas carreras sin importar el género. Una niña puede aspirar a ser bombera o astronauta y hasta jugar con carritos o canicas. Eso no lleva asignación de sexo. Ten claro que puedes aspirar a ejercer cualquier profesión con una paga digna, no menos porque eres mujer. Pues, de eso se trata la perspectiva de género, enseñarte Milena que no hay roles específicos para una niña y otros para un niño.
Papá no me ayuda con tu crianza, papá comparte junto a mamá esta responsabilidad. “Papá Julio” manifiesta su paternidad (y muy bien que lo hace). Hay días en que yo cocino y otros donde Papá lo hace. Culturalmente se le ha asignado a la mujer el rol de criar y al hombre el de proveer. Eso está cambiando, pero falta camino por recorrer. Tengo fe en que tu generación viva y logre grandes cambios hacia una sociedad justa y equitativa.
Mientras eso sucede, seguiremos enseñándote a respetar a todo ser viviente. Qué sepas que nadie debe tocarte u obligarte a hacer algo que tú no desees. Ten claro que no eres propiedad de nadie, pero tampoco debes tratar a otros como tu pertenencia. Prometo no juzgarte sobre a quién decidas amar en el futuro. Eres valiosa y tu género no te define. Sé que todos los valores que te estamos inculcando, junto a toda una tribu, ya se reflejan en tu forma de ser y en cómo tratas a los demás. Eres sensible y bondadosa, también fuerte y decidida. Nuestra crianza con perspectiva de género es una semilla que estamos sembrando para que germine y luego dé grandes frutos. ¡Te amo mi pequeño tesoro! Gracias por transformarme.